Opinión

AICNEREHOC

Los medios masivos, hijos y padres del poder económico, arteros manipuladores de la opinión pública, necesitan para instalar y sostener su modelo de exclusión anestesiar a la sociedad, quitarle su capacidad de raciocinio y hacerles creer que son fachos y que por lo tanto forman parte del fascismo, que es una teoría de acción política, capaz de generar violencia como única forma de vida. La Ley del Talión como bandera.  

 

Acercándonos  al tema

Siempre que se dan charlas sobre ética y política, la sensación que queda es que escuchan atentamente, pero piensan "qué bonito, pero no funciona en la realidad y menos en la realidad del mundo político". Una persona se preguntaba una vez con mucha angustia si la ética no era un lastre que nos amarra las manos y nos quita eficacia en la política. La cultura política que tenemos lleva a pensar que son los "vivos" los que ganan, y eso incluye maniobras, trampas o engaños, injurias, represalias, acallamientos contra aquellos que pensamos diferente, silenciar medios de comunicación, acaparamiento del poder total, totalitarismo imperante, persecuciones políticas, muerte política, etc., con tal de alcanzar el poder total. "La ética parece lejana y casi incompatible con la política". Ahora que en el país asistimos a la mayor libertad de prensa que alcanza niveles jamás imaginados anteriormente, es utilizada por los grandes medios y los colaboracionistas mediáticos del poder económico y la burguesía terrateniente, para tratar de lograr la desmoralización de la sociedad (que no debía ser así), una falta de ánimo y de esperanza. Está claro que medios, amanuenses y lenguaraces carecen de ética periodística.

Y la ética no puede y no debe ser una debilidad o piedra de mala calidad, sino que al contrario, tiene que darle una fuerza y legitimidad a la actividad periodística y política, debe ser una convicción ligada al sentido de la vida, a la responsabilidad, al compromiso, a la entrega total por una causa y es causa es nuestro país. Pero supone, en primer lugar, un debate con diversas concepciones de la relación entre ética y periodismo y, en segundo lugar, el desarrollo de una ética propiamente política.
 

El valor de la política

La política no es simplemente la lucha por el poder, sino que lo fundamental es su ejercicio, el buen gobierno y el buen gobierno es el ente público de la sociedad o como decía el semiólogo Mastrorilli que "Son muchos quienes piensan que la política es la instancia más contraria a una conciencia limpia de la moral, por ello no siempre el conjunto de normas y controles garantizan que los entes públicos actúen de forma éticamente correcta, por tanto, sólo la fortaleza de las convicciones del ente público puede cubrir el vacío que el contexto produce" y el vacío creemos es la ausencia de la moral, de los cánones éticos. En la ciencia política se habla mucho hoy en día de la gobernabilidad. Pero también en la ética hay aportes interesantes.

La ética exige la mayor competencia, en el sentido de preparación, responsabilidad o excelencia. El fin propio de la política es el buen gobierno, o como también se dice, el bien común, es decir, la política tiene como finalidad la búsqueda del Bien Común Por eso el político debe estar bien preparado, tener buenos programas de gobierno, saber administrar los recursos públicos que pertenecen a todos, saber dialogar y buscar consensos y dar cuenta de su gestión a la población. Ser buena persona, ser ético. Si la gente desconfía de los políticos es muchas veces porque ve que sólo buscan su beneficio personal o el de su grupo, que no tienen propuestas serias o planes de gobierno, sino que improvisan, que no saben lograr consensos sino que imponen sus puntos de vista.

 

La corrupción

La corrupción es cambiar la naturaleza de algo, privar a una cosa o actividad de su propia naturaleza, pervirtiéndola. Las actividades sociales, como la política, pueden corromperse porque con ellas, además de conseguir los fines propios de cada una se consiguen también bienes externos, comunes a la mayor parte de actividades, como son el dinero, el prestigio y el poder. Obtener estos bienes es lícito, siempre y cuando se respete el fin propio de cada actividad. Pero la corrupción se produce cuando se las realiza exclusiva o principalmente por esos bienes externos, lo que lleva a que todas las actividades acaben no teniendo más metas que el dinero, el prestigio o el poder. Entonces ya no se valora ni respeta la naturaleza propia de la actividad, ni se busca la calidad y la excelencia.

La corrupción desvirtúa la actividad política, que es la gestión de bienes públicos en vistas al bien común, utilizándolos para el provecho privado, sea de personas o de un grupo. La corrupción en política también consiste en desvirtuar otras actividades o instituciones, al usarlas en beneficio de quienes detentan o buscan el poder, por ejemplo, la administración de justicia, las políticas sociales como alimentación y salud, la educación, los medios de comunicación… Por eso mismo, la corrupción n es solo del Estado. También puede estar enquistada en la oposición.

Cuando se corrompen las actividades e instituciones pierden legitimidad y credibilidad. También aumenta la desmoralización social, la desconfianza, el escepticismo. Es un círculo vicioso, pues a más inmoralidad y corrupción, más resignación, e incluso permisividad o complicidad con la corrupción política, pues se dice frecuentemente "roba, pero hace obras" o "todos lo hacen, menos los tontos".


El poder no es malo en sí mismo
El poder es la esencia de la política. No puede ser visto como algo malo o sucio, como frecuentemente se piensa. Sin poder no podríamos llevar a cabo nuestras metas, el poder permite realizar cosas, conseguir logros, pero el poder no es un fin en sí mismo, sino que su sentido ético es la búsqueda del bien común. Eso es lo que le da legitimidad.

Una concepción corriente del poder es verlo como fuerza, como capacidad de imponer la propia voluntad, es decir, se confunde el poder con la coerción, con la violencia. El poder es la capacidad de actuar concertadamente. Esto es una concepción muy diferente a la que tenían Maquiavelo, Hobbes, Sartre. En una concepción democrática el poder (cratos) viene del pueblo (demos). El poder así entendido es lo contrario de la violencia.

La violencia produce miedo, impide actuar concertadamente, destruye o manipula las organizaciones sociales y políticas, convierte a las personas en átomos aislados e inmovilizados, y así destruye el poder.  En cambio, el poder (la política) como capacidad de ponerse de acuerdo para actuar, es lo que permite superar la violencia.

El poder se corrompe cuando se convierte en su contrario, es decir, en violencia. Por ejemplo, cuando no busca concertar sino imponer, cuando no respeta la ley, cuando atropella los derechos de las personas, cuando destruye las instituciones. Por eso el poder no debe ser absoluto, sino que tiene que tener límites y contrapesos, como la división de poderes, la descentralización del poder, el respeto a la ley, la fiscalización. "El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente", dice el dicho. Por eso la tarea de la ética en relación a la política es ejercer permanentemente su función crítica y utópica respecto del poder y de su ejercicio, es decir, problematizar las acciones amorales en política.

Es importante construir el poder mediante instituciones sólidas, Estado de derecho, canales de participación, organizaciones diversas de la población, discusión pública de los problemas, búsqueda de consensos, fortalecimiento de la conciencia ciudadana y de la cultura democrática. Este camino puede parecer menos eficaz en lo inmediato, pero a la larga este poder demuestra ser más sólido, mientras que las posiciones totalitarias,  acaban derrumbándose finalmente cuando la población las rechaza.


La hora de los buenos

La ética en política no es una traba ni una debilidad, sino una fuerza. La ética no es contraria a la política, aunque exista una permanente tensión entre ambas. La política gana legitimidad y sentido cuando incorpora criterios éticos en su accionar. Es otra manera de ser eficaz, menos inmediata, pero más profunda y duradera, que mantiene el ánimo y la confianza en la sociedad y por ello tiene la inclinación de buscar el bien común de la sociedad, la igualdad y de alguna manera la preferencia por los pobres. La política en el fondo es evangélica, ya que opta por los marginados y los más desfavorecidos y en la forma busca la igualdad de toda la sociedad sin diferenciar clases.

Es la indignación ética la que motiva la protesta ciudadana ante la corrupción y el autoritarismo. Lo que demuestra que no todo está corrompido en nuestra sociedad. Por el contrario, existen muchas reservas éticas y mucha gente con una trayectoria honesta.

Eso demuestra también que la ética es un resorte poderoso de movilización política. Además, es un resorte interno de cada persona. La ética parece débil, pues no tiene y no debe tener un policía que la haga cumplir. Pero de esa aparente debilidad viene su fuerza, porque su poder reside en la libertad y la conciencia humana. Por eso es el último y muchas veces decisivo reducto de la resistencia ante el abuso y la injusticia.

Aunque muchos teoricen por la separación y división de la ética y la política, creo firmemente que ambas se necesitan para la consecución del bien común que es el fin de la política y su aliado para conseguir es evidentemente la ética. Nosotros no tomamos posición ni por el relativismo político que separa de la política la ética ni por el moralismo religioso que ve la política como el campo del accionar del diablo, sino que tomamos partido por una conciliación, por una alianza entre ambas, ya que sólo así la política puede llegar a cumplir su verdadero rol y la ética sólo así puede quedar satisfecho por ser parte en la búsqueda del bien común de la sociedad.

En definitiva, como dijo en algún momento santo Tomas de Aquino con referencia a la fe y a la razón, digo a manera de conclusión que, la ética y la política tienen que ir de la mano, juntos ya que uno al otro se necesitan, porque sólo la política podrá llegar hasta un punto de su objetivo y junto a la ética podrá llegar al culmen de su objetivo.

 
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