CUENTITOS PARA EL TWITTER

De acuerdo a los tiempos y al auge de la virtualidad y mostrando poder de síntesis, hacemos estos cuentitos con menos de 140 caracteres.

Antes, uno común, pero... cortito…

 

Vicio

Tengo que decirles que mi vicio es muy fuerte. Me encanta escuchar a esos seres anónimos que me rodean en la calle, en el supermercado, en el colectivo, en la cancha… donde sea. La gente elige sus pasatiempos, el mío es considerado de mala educación, efecto de una vida vacía. Hay quienes roban flores de los jardines, otras buscan pequeños tesoros en la basura. Mi mano escribe lo que logra atrapar del sonido de las voces. 
Lo sé, robo momentos, me confieso, soy un ladrón de historias.

 

Arrancamos. Recuerdo: El título no se cuenta…

 

Confesión

A ser declarado inocente, el violador miró a la víctima con gesto de triunfo. Ella se le acercó y susurró a su oído: "Tengo sida".

 

Aviso

Tengo que decirte que destruí las palabras que tenía para vos, sólo quedaron éstas, las guardé para avisarte.

Bocas

De tanto pensarte,  se me ha abierto una boca en cada dedo. Las diez están deseando besar todo tu cuerpo.

Mensaje

Cuando el astronauta acopló su miembro en el puerto USB de la hermosa marciana, el mensaje lo dejó anonadado: No reconozco dispositivo.

 

Amores

La puerta se abre y vuelven a ocupar su sitio: la ninfa acuática vuelve a la pecera, y el espíritu vegetal retoma el interior del bonsái.

 

Proporcional

El ratón se aterrorizó cuando descubrió que el gato lo miraba y había crecido, exactamente los doce tragos de Blenders que había bebido.

 

Futuro

Eran unos putos dragones verdes echando fuego sobre libros, computadoras y todo objeto electrónico. El mundo viviría cuatro mil años más.

 

Veredas

Te invité a caminar por la vereda de la  luz. Elegiste la de la sombra. Ahora estás en la oscuridad.

 

Hoy

Hoy grité, rompí, sonreí, abracé, bebí, respiré, olvidé y me reencontré conmigo mismo. Hoy viví.

 

Estallido

Se la comía con la mirada. Cuando llegó a sus pechos tan siliconados, le estallaron... los ojos.

 

Profecías

Los profetas anunciaron la invasión. Al aproximarse el día fijado sólo queda esperar. La destrucción empieza: nosotros somos la plaga.

 

Violines

Muchas teorías tratan de explicar el inigualable sonido de los Stradivarius. Una banda los está robando. Mientras, los contrabajos sonríen.

 

Vuelo

Cincelé en mármol, la figura de un ángel. Le puse tu nombre. Era perfecto. De pronto emprendió vuelo sin una sonrisa de agradecimiento.
 

Olvido

Tras muchas generaciones de búsqueda, hallaron en el desierto, al árbol de la sabiduría. Desparecieron. Olvidaron que era carnívoro.

 

Coincidencia

Desde que descubrió aquella coincidencia de nombre, apellido, fecha y lugar de nacimiento, no pasa un día sin que visite su propia tumba.

 

Persecuta

Sus tres intentos frustrados de suicidio le provocaron una seria paranoia. La vida lo perseguía implacablemente.

 

Metamorfosis

De ella se decían muchas cosas.
Cansada de sentirse siempre un bicho raro la crisálida se dejó crecer las alas.

 

Ceguera

Cuando al fin logré reflejarme en sus ojos, la obsesión comenzó a cegarme.

 

Crédulo

- ¿Usted cree en todo lo que le dicen?
- Por supuesto.
- Me cuesta creerlo.
- Le creo.

 

Extraviado

Escribía cuentos y se perdió en uno de ellos. Los personajes lo encontraron  y lo llevaron hasta la PC y ahora está contando la  odisea.

 

Final

Le escribió tantos poemas, cuentos y canciones que una noche, al buscar su cuerpo tibio, solo encontró una hoja de papel entre las sábanas.

 

Navidad

¿Sos Papá Noel? -preguntó el pequeñito al  hombre regordete.
La verdad, no. Me pagan por actuar.
Lo sabía. No por nada soy el Niño Jesús.

 

Huelgas

En contra de la huelga de celo que inició su mujer, él también levantó su pancarta: ¡Aguante Gesell!

 

Puerquita

La lasciva maniquí desnudaba con la mirada a todo el que se detenía frente a la vidriera a contemplar su ropa.

 

Letales

Se pudo comprobar la existencia de las armas usadas por el gobernante y que provocaron tantas salidas del gobierno: un par de zapatos 44

 

Los tradicionales

CORTITOS Y AL PIE

 

De cómo muchas veces se suele matar al verdadero amor al no darse cuenta que suele aparecer de distintas maneras y bueno, todo eso…

El hombre, como todas las tardes, leía bajo una vieja acacia del bosque cuando lo creyó que una mariposa se posó en su libro y le dijo: 
“Mi adorable morocho,  por amor al amor, ¿qué es esto de pasársela leyendo? ¡No, no, no! Un hombre como usted, guapo, elegante, refinado, aún vital, necesita a su lado una flor como yo que le alegre la vida. Imagínese este cuerpecito entre sus brazos. Sí, ya sé lo que piensa; pero acaso ¿nunca oyó el cuento ése del príncipe y el sapo?. Esto funciona igual: usted me besa, y, de inmediato, yo me convierto en la mujer de sus sueños. Eso sí, no se piense que soy una perdida: el altar es un paso previo a cualquier otra cosa que vaya más allá de un beso. ¡Ah!, no sé usted, pero yo ya puedo imaginarme la fiesta de bodas con centenares de invitados; la luna de miel por la polinesia, París, Germania; y después, nuestro nidito de amor rebosante de niños, docenas… Pero basta de palabras: ¡Vengan a mí de una buena vez esos benditos labios!”.
El hombre, en un movimiento de supervivencia disparado desde lo más primitivo de su cerebro, de golpe cerró el libro sobre el hada para retomar la lectura con la pena de saltearse las páginas sucias.

 

Jodidas

Mis tías solían acercarse a mí en las bodas, dándome golpecitos en el hombro y diciendo: "Eres el siguiente..." 
Dejaron de hacerlo cuando yo empecé a hacer lo mismo con ellas en los funerales.

 

Incógnita

-Papá ¿De dónde vienen los niños?
-Los traen las cigüeñas
-¿Y los juguetes?
-Los traen los Reyes Magos
-Entonces... ¿Qué carajo hacés vos?

 

Sabio

Contemplé su cuerpo entre las limpias sábanas de hilo añejo; de su arrogancía nada quedaba sino la debilidad, el abandono y la vulnerabilidad de aquellos cuatro pellejos en que su carne se convirtió.

Su voz casi inaudible, con el esfuerzo del moribundo, quiso dejarme su único legado: “Llegar a viejo sin haberse enamorado nunca, es no haber vivido. Amé una vez; duro poco, muy poco, pero lo suficiente y tan profundo, que me valió la pena haber gastado todos mis días en vivir una hora“.

 

Ídola

La farmacéutica loca consiguió finalmente, tras muchos y vanos intentos, hacer germinar en el jardín del manicomio las anfetaminas robadas. Los demás internos acudían todas las tardes a contemplar cómo su compañera regaba el arbusto. Más de una (y más de uno) adquiría a cambio de compensación no siempre económica un buen puñado de sus hojas; y, aunque tuvieron que soportar algún que otro electroshock poco pertinente, nadie reveló la procedencia de los cigarillitos aquellos con los que traficaban.
Llegada la primavera la rebelión fue a peor. Los pacientes comenzaron a inhalar determinadas flores que los sacaban de quicio; aunque eso sí, les animaban muchísimo. Los médicos nunca consiguieron encontrar el germen de aquel trastorno colectivo que acabaría por destruir la institución que tutelaban.
Finalmente, ni celadores ni vigilantes ni médicos, pudieron contener la avalancha de locos que se fugó del psiquiátrico. Todos llevaban consigo una curiosa fruta con forma de gragea. Todos excepto la farmacéutica, que fue sacada a hombros: ella llevaba una cesta entera.

 

Rectas

Aquella mañana los habitantes de  la ciudad, despertaron sobresaltados: durante la noche, alguien había robado todas las esquinas. La ciudad quedó diáfana, recta, larguísima. Al principio cundió el caos; los perros buscaban desesperados un recoveco donde orinar, las putas no sabían donde apoyarse y los ladrones no encontraban una sola arista desde la que sorprender a sus víctimas. Con el tiempo, casi todos fueron adaptándose a la nueva estructura urbana. Comprendieron que la vida sin esquinas es más aburrida, pero más segura, y así nuestra ciudad se convirtió en un lugar calmado, previsible, donde no hay lugar para los ladrones, ni para los perros ni para las putas. Un lugar, en fin, donde no hay lugar para las sorpresas.

 

Liberalidades

Cuando la reina blanca venció a la reina negra y se situó en el centro del tablero, creyó estar en posición ventajosa hasta que los alfiles, modificando sus movimientos rutinarios, se abalanzaron sobre ella y comenzaron a despojarla de sus vestimentas. Pronto se unieron a ellos las torres y los peones, dispuestos a manosear a la dama entre los muslos, mientras los reyes observaban extasiados como se tocaban unos a otros. La reina, rendida de placer por esta nueva táctica —completamente expuesta—, fue penetrada en varias ocasiones, sin ofrecer resistencia al brioso galopar de los caballos. Desde entonces, las reinas ya no luchan por proteger al rey, sino por llegar al centro del tablero.

 

Decisiones

Los habitantes del planeta I. D. A., atrofiados sus genitales tras miles de mutaciones, se reproducen mediante la transmisión del pensamiento. Analizadas las posibilidades de instalar una colonia en La Tierra, han desestimado compartir el planeta con seres que, atrofiado su cerebro tras miles de mutaciones, toman las grandes decisiones con los genitales.

 

Armonía

—...y Maestro, ¿qué utilidad tiene el rito de la disociación? —preguntó el joven monje a su preceptor.
—Es algo que... descubrirás por ti mismo, cuando estés preparado—. Y con un leve gesto dio la enseñanza por terminada e invitó a su discípulo a abandonar el templo.
Cuando el joven hubo salido, el sacerdote acarició por un tiempo sus largos y blancos bigotes, aspiró el ambiente de sándalo y, una vez concentrado, se dispuso a disociarse. Sin prisas, con la habilidad propia de su experiencia centenaria y según las enseñanzas del Yijing, tomó su cabeza con las manos, la separó del cuello con delicadeza, la acercó a su sexo y con una espiritual autofelación restableció la armonía entre el yin y el yang.

 

Génesis

El Universo se encuentra atiborrado de cosas inútiles y seres decrépitos cansados de regenerarse. No hay átomo que no forme parte de la inmundicia en esta cloaca cósmica que invita a la implosión, donde los remolinos alimentan a los hoyos negros, monstruos devoradores de ignominia y dioses caducos que parirán un nuevo creador, a quien le tomará siete días iniciar el ciclo otra vez.

 

Cumple

“Pensá un deseo y decilo en silencio mientras las apagás” – le dijo su padre al tiempo que encendía, una a una, las catorce velas de su torta de cumpleaños. Cerró los ojos, aspiró profundamente y pensó “quiero dejar de ser niño, quiero convertirme en un adulto”. Un instante después sopló con todas sus fuerzas sobre las pequeñas velas de colores y las fue apagando. Apagó la vela de los miedos nocturnos, la de llorar cuando se hacía una herida en la rodilla y la de pisar los charcos. Siguió soplando y extinguió la llama de levantar la pollera a  las nenas, la de jugar en el barro, la de pintarse la cara con marcadores y la de atar un hilo a la cola de las mariposas.

Cuando se quedó sin aliento, abrió los ojos y miró. Había apagado todas las velas, menos dos: la de creer en dragones y la del derecho a equivocarse.

Entonces sonrió satisfecho de haber cumplido su deseo.

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