Sin colisionar con los partidos políticos nacionales y provinciales

EL VECINALISMO SUMA VOLUNTADES

El Vecinalismo no es un término univoco. Es utilizado, aun por los participantes de entidades que así se presentan, con distinto sentido.

Empero es posible afirmar que se relaciona al termino con un núcleo de significado común, identificándolo con la participación ciudadana, la gestión de asuntos locales de manera autónoma, la defensa del federalismo y la figura del buen vecino o de la relación de vecindad como garantía en el desempeño honesto de la función pública Y con dos realidades claramente distintas: las organizaciones (aun su federación) y los partidos políticos Vecinalistas.

 

Más discutible es si algunos casos de descentralizaron administrativa son manifestaciones del fenómeno o políticas en las que el estado descentraliza sus actividades sin apelar a la verdadera representación y legitimidad que tengan los actores a los cuales les delega.

Aun de más dudosa confirmación es la pretendida asepsia de ideología y aun de política con la que se presentan muchas entidades. Y de que las diferentes manifestaciones del Vecinalismo son etapas de una evolución automática o necesaria.

Más que como virtud, se ve como dificultosa cualquier proyección o interacción en el caso de que aquella pretensión sea realmente cierta, con serio peligro de absorción o neutralización por parte de otras fuerza políticas.

Si parece cierto que es una alternativa a como se maneja la cosa pública, pero no totalmente “nueva” ya que reconoce numerosos antecedentes. No se puede remplazar la política por mera administración.

Tal vez antes que definirse por el negativo, el principal desafío de los actores y participantes del vecinalismo sea llenar de contenido el movimiento y configurarlo con la suficientemente elasticidad como para enancarlo en un proyecto provincial y nacional.

Dado que por su misma naturaleza localista es muy fértil y rico en perspectivas y propuestas, más bien parece que debería buscar la consolidación de la ciudad como actor de un federalismo pleno y echar mano de las nuevas oportunidades que ofrece nuestra era de la globalización.

Era en la que no es posible “aislarse” sino que se demanda definir una entidad y salir a interactuar con posibilidades y oportunidades nunca vistas en la historia todavía joven de Villa Gesell.

Es sumamente tentador presentar a los partidos Vecinalistas como expresión natural de un movimiento que tiene su origen en las asambleas, organizaciones o asociaciones vecinales. Pero en la práctica nunca será así. Esa es una de las maneras de construir Vecinalismo que suele fracasar porque luego, sus integrantes transitan por el desierto. Para que se fortalezca, necesariamente debe tener sólidas referencias en los niveles provincial y nacional.

Para ese se organizan partidos políticos municipales y se presenta a elecciones con boletas de Concejales, Consejeros Escolares e Intendentes. Y sus chances electorales crecen cuando van agregados a la boleta de un partido nacional. El Vecinalismo es una buena alternativa de construcción política que supera todo tipo de antagonismos porque quienes lo conforman saben que lo más importante es el Distrito, cuando para los políticos lo importante es el partido.

Los Vecinalistas suelen construir su discurso a partir de la figura "del buen vecino". Se trata del ciudadano atraído por una prolija y austera administración de las cuentas municipales y los servicios adecuados que se esperan de un Estado mínimo. Es evidente que mucha gente vota al candidato Vecinalista como una manera de expresar su rechazo a la política bajo sus formas conocidas. Se cree que una manera de "despolitizar" el voto es elegir a un candidato que se presenta como un "buen vecino", un "semejante", un igual entre los iguales que los escuche y se haga cargo en la gestión cotidiana de los problemas de su entorno. Esto es verdad, pero no es menos  cierto que hoy esta única propuesta condena al partido vecinalista a la orfandad. El lema debería ser “Buenos vecinos, con respaldo político”.

La socióloga Maristella Svampa, a cargo de la cátedra Simón Bolívar del Instituto de Altos Estudios de América latina de la Sorbona, sostiene: "Nadie ignora que desde hace tiempo el rechazo de la dimensión más ideológica de la política es una política que tiene mucho rédito político, valga la redundancia". Pero Svampa se pregunta: "¿Puede la política convertirse en la sola gestión de los problemas cotidianos de la gente, ignorando las definiciones más generales, que están detrás de las decisiones de más largo plazo y que tienen que ver con la idea de sociedad que tenemos y queremos y con los niveles superiores que manejan políticas y fondos necesarios para los Municipios?”

Por otra parte hay quienes perciben un núcleo de acuerdo en las diferentes y numerosas expresiones así se sostiene: “mantiene un eje común en la lucha por las autonomías municipales (en sus cinco niveles: institucional, político, administrativo, económico y financiero), y en la participación del vecino, sus familias y las entidades intermedias en la toma de decisiones del gobierno local. Es decir, la construcción de un auténtico federalismo de base municipal. Y esto es genial, el punto de partida, pero no es el de llegada.

En la opinión de Svampa, estas estructuras no reemplazarán a las clásicas "más bien se ''articularán'' con ellas. El problema será la dificultad de articulación con formas políticas de mayor alcance, provincial o nacional, que les permita conservar su especificidad y sus valores". ¿Realmente los partidos vecinalistas desafían a los partidos dominantes? En este intento de subir está el desafío del crecimiento de los vecinalismos municipales aliados con los poderes provincial y nacional evitando su  fagocitación y posterior desaparición a partir de las alianzas que establezcan con el poder dominante. Pero, no transitar el camino de la ideología es un juego difícil, un verdadero laberinto del que no podrán salir si no es con la política.

 
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