Sobre los periodismo
MILITANTE O
ALCAHUETE
Un militante es aquel que defiende una
ideología, hizo un juramento de compromiso con la sociedad,
interpela al poder, y sobre todo un militante es quien alcanza un
estado espiritual que prescinde de lo material en procura de un
ideal, aunque en el trayecto se les vaya la vida. Un militante es
una cosa seria.
La ligazón existente entre los medios de
comunicación y nuestra cotidianeidad, y la influencia que éstos
ejercen sobre opiniones y conductas resultan en la actualidad
cuestiones indubitables. Una posición extrema pero que da cuenta del
fenómeno, ha llegado a sentenciar que en la vida moderna, el orden
de prioridades establecidas por los medios de comunicación
determinan la capacidad de discriminación temática en el público,
por cuanto éste, responde a los mismos criterios de prioridades
presentes en los medios de comunicación.
Se compartan o no los
alcances de dicha afirmación, cierto es que los mass media
constituyen parte integrante de nuestro actual y cotidiano devenir
ya que ellos contienen un potencial capaz de incidir en conciencias,
razonamientos y valoraciones.
Recientemente se ha abierto una polémica respecto a la naturaleza, a
las formas, y las modalidades en que debe desarrollarse la actividad
periodística con especiales referencias a una de sus variantes: la
del “periodismo militante”. Lamentablemente en la línea editorial de
los grandes medios se lo cuestiona como sí asumir, de cara a la
gente tal actitud, fuera algo trágico para las libertades
individuales. Por contrario sensu, se cantan loas al periodismo
“independiente”, ese que cultivan con tanto esmero esbirros de la
talla de Morales Solá, Blank, Kirschbaum, Lanata, Majul, Magdalena,
Leucos y otros menos notorios pero tan hipócritas como ellos. Desde
los medios dominantes activan la dinámica de relaciones desiguales
de poder que han determinado y aún determinan el universo de lo
humano.
Periodismo y medios
Desde que el canadiense Marshall Mc. Luhan
proclamó que toda “… herramienta humana y/o construcción social
puede estudiarse como un medio de comunicación cuyo mensaje es el
conjunto de satisfacciones e insatisfacciones que éste genera”
, razonamiento que compone su archiconocido aforismo “el
medio es el mensaje”, millares de científicos sociales, psicólogos,
semiólogos y demás profesionales vinculados con el prodigio de la
comunicación se han abocado al análisis de tal fenómeno. Sin embargo
el tema de la comunicación en el ámbito de lo social fue abordado
tempranamente por ese criollo de pura cepa, el paisano de Lincoln,
Arturo Jauretche ya los había descrito “en concreto” en los
Profetas del Odio y la Yapa obra publicada en 1957.
Entre otras tantas facetas, Jauretche, consagró su vida a
inmiscuirse en una cuestión sumamente significativa para los pueblos
de la periferia: aquel que presupone una práctica o más bien una
tendencia en los sectores ilustrados de los países sujetos a
improntas coloniales (o periféricos) a deslumbrarse por los
conceptos, contenidos y metodologías provenientes del “mundo
civilizado” - y en tanto - a seguir sus “modas” conceptuales. Esta
verdadera mentalidad escolástica, así definida por el uruguayo
Alberto Methol Ferre, es y ha sido sumamente redituable para dichas
elites, ya que su “acoplamiento amigable” con las estructuras de
producción de sentido consagradas, les ha permitido y aún les
permite acceder a líneas de financiamiento, a publicaciones, a
conferencias, a simposios, a congresos, etc. además del prestigio y
del reconocimiento público.
En ese orden de ideas don Arturo ya a principios de la década de
1960 denunciaba la existencia de una poderosísima impronta que
“…había llevado a elaborarnos una ‘cultura’ a pelo y otra, a
contrapelo, o dos culturas paralelas. Los descubrimientos que don
Arturo enunció parcialmente en su obra Los profetas del Odio lo
llevaron además a reflexionar en éste y en otros textos
subsiguientes, respecto a la íntima relación existente entre el
poder y los medios de comunicación. En tal sentido se ha sostenido
con certeza que Jauretche demuestra ser totalmente consciente de la
magnitud de la acción de los poderes consagrados a través de los
medios de comunicación, y la influencia de éstos sobre el individuo
y la sociedad. El desarrollo técnico sentenciaba nuestro paisano “…
crea una variedad especial de tarado. El tarado con técnica. Que
viene a ser técnicamente un supertarado. La última palabra del
supertarado técnico es el tarado con transistor". Y agrega, "[el
tarado del transistor] está atado a una cadena y no la puede dejar.
Y cuando sale de su casa en lugar de llevar la argolla al pié la
lleva en la oreja. Como ese Romeo que hemos visto que pudiendo en un
portal decir, oír y hacer cosas tan maravillosas, las posterga a la
transmisión que le golpea en el oído la lección del pildorero que
hace propaganda".
El sentido de los medios o los medios y el
sentido
Los medios de comunicación en la actualidad son esencialmente
reproductores masivos de sentido aunque algunos autores ya los
consideran productores directos de sentido.
Puede entonces coincidirse con Arturo Jauretche y con Pierre
Bourdieu que los medios de comunicación reproducen el sentido de
aquellos grupos de poder que cuentan con una posición más
privilegiada, utilizándolos para mantener el estatus quo. Los grupos
que cuentan con un mayor capital simbólico poseen en una sociedad
altamente mediatizada mayores posibilidades de legitimar las
decisiones. En ese sentido, nótese que don Arturo refiriéndose en su
época a una de las zonceras sobre las que aún se sostiene la
legitimidad de cierto periodismo moderno decía: “La prensa
independiente no existe, y la independencia es una máscara para
hacer pasar la mercadería de contrabando como agua corriente
incolora, inodora, insípida, para que el estómago del lector no se
prevenga defensivamente”. De esta forma alertaba respecto a la
dinámica de poder que encubre el utópico e idealizado principio de
la “libertad de prensa” y del “periodista independiente”.
Grupos capitalistas han intentado permanentemente tener en sus manos
la universidad, la escuela, el libro, los medios de difusión y… los
periodistas. No necesitan recurrir a la violencia para reprimir los
estados de conciencia que le son inconvenientes. Les basta con
impedir que ellos se formen. Dan a los pueblos la oportunidad de
pronunciarse por una u otra agrupación política, pero previamente
imposibilitan materialmente la formación de fuerzas políticas que
respondan a las necesidades populares. Por eo quieren destruir el
Movimiento Nacional y Popular parido después de muchas luchas y que
resiste heroicamente.
La prensa nos dice todos los días que su libertad es imprescindible
para el desarrollo de la sociedad humana, y nos propone sus
beneficios por oposición a los sistemas que la restringen por medio
del estatismo. Pero nos oculta la naturaleza de esa libertad
hipócrita, porque le libre acceso a las fuentes de información no
implica la libre discusión, ni la honesta difusión, ya que ese libre
acceso se condiciona a los intereses de los grupos dominantes que
dan la versión y la difunden”.
Medios, periodismo y actualidad
En la actualidad la concentración económica ha
producido un nuevo fenómeno: ciertos medios de comunicación se
transformaron en un poder en sí mismo, y en tanto, se integran y
tratan de manejar a la dinámica del poder ya no como una herramienta
o instrumento sino como un factor concreto. La falta de dirigentes
políticos en la oposición que tengan capacidad de conducción los ha
transformado a ellos, los medios, en los verdaderos partidos
políticos. En esta cuestión hay que ser muy precisos: Todo medio es
instrumento de una orientación o de un interés, y el ejercicio
específico de la actividad periodística dentro cada uno de ellos
dependerá ciertamente de tales orientaciones e intereses en un marco
de relaciones donde de una lucha de poder se encuentra omnipresente.
En tal contexto resulta absolutamente ilusorio pensar en un
ejercicio periodístico de cierta trascendencia, aislado de la
dinámica de humana de poder.
La figura arquetípica del periodista independiente “fogoneada” por
el liberalismo presupone entonces la existencia de un individuo
inexplicablemente aislado de un contexto dinámico de lucha por el
poder, entendiendo al “poder” en un sentido amplio que engloba todas
sus modalidades y aspiraciones posibles, y que no se circunscribe
obviamente a lo político.
Por su parte, el antagonista de este
“pulcrísimo personaje”, aparece configurado como un individuo
ideologizado, dependiente, prejuicioso, comprometido con los
intereses del estado, impulsado por el resentimiento del fracaso.
Es el “periodista militante”. Aquel que asume un compromiso ante
sus pares y la sociedad y sin caretas lo defiende en cada línea.
Militante periodista
El periodismo “resistente” o “militante” es una modalidad de
ejercicio periodístico desarrollado en los países periféricos al
calor de las luchas independentistas y anticolonialistas.
En ese orden de ideas el periodista militante o resistente no ejerce
una “profesión” independiente desde “el utópico Olimpo” para
garantizar las libertades conquistadas. Muy por el contrario, el
periodista militante se asume inmerso dentro las fuerzas que operan
en la realidad desde una posición concreta para conquistar la
liberación. El periodista militante es eutópico ya que persigue una
utopía posible. Este sea tal vez su pecado, ya que el periodista
militante rompe con la asepsia consagrada y toma clara posición
manifestando sus objetivos. La confusión entre militancia y
oficialismo constituye otro craso error que aparece en los artículos
analizados. En los países periféricos es periodista militante quien
se asume como instrumento de liberación y orienta sus
investigaciones para contribuir con ella. En estos tiempos hay
periodistas militantes que acompañan críticamente al gobierno, pero
también los hay dignos críticos y opositores, ya que el proceso de
liberación material y cultural es lento y progresivo, requiere
esencialmente tiempo, y en tanto, resulta lógica la existencia de
posiciones diferenciadas y lecturas diferentes.
Periodismo militante
Estos son los activos militantes que en el campo de la profesión
periodística y en sus vinculaciones con los movimientos sociales
asumen cada vez con más decisión y más convicción, la tarea de
colocar al ser humano -en la lucha por la defensa del modelo - por
encima de todas y cada una de las no pocas veleidades profesionales.
Cuestión para nada menor si entendemos como sustantivo confrontar
-en el terreno de las ideas- toda concepción que bajo el discurso de
una supuesta asepsia ideológica pretende disociarnos de la lucha
política y social.
Ir más allá del trabajo profesional
En la lucha de ideas todos somos comunicadores y las concepciones
elitistas deben ser combatidas, en la necesidad de ampliar nuestras
propias filas, que no se componen sólo de periodistas profesionales,
y que no deberán restringirse únicamente a ellos. Nosotros no
debemos estrechar la mira, sino todo lo contrario. Decimos otra vez:
más allá de la profesión lo que está en juego es la defensa de lo
hecho y la custodia de lo por venir y los periodistas no somos
quiénes para poner el carro por delante del caballo.
Tomar posición
Ningún periodista, con mentalidad nacional y popular, puede
limitarse hoy, frente a al despiadado ataque de los medios
hegemónicos, a ser neutral. O se combate la mentira organizada por
el capitalismo rapaz e inhumano, o se es a conciencia, o por omisión
dudosa, acomodaticia o cobarde, cómplice de los sátrapas y sus
satrapías. El llamado periodismo de las dos supuestas campanas,
nacido de la escuela dura-blanda o blanda-dura de Estados Unidos, es
un periodismo obsoleto frente a un mundo en llamas. No se puede
permanecer inmóvil ante los verdaderos desatinos que en nombre del
llamado periodismo independiente cometen día a día Clarín, La
Nación y sus medios satélites y algunos periodistas histéricos y
falaces como Magdalena, Morales Solá, Grondona y otros. Atentan
contra el modelo nacional y popular sin tener en cuenta la verdadera
información. A esta la ignoran, la modifican o inventan otra. Se
cagan en la ética periodística que reclaman, aseveran que no existe
la libertad de prensa, de la que abusan transformándola en
libertinaje. Así les va. Clarín, La Nación y Perfil, han bajado
sensiblemente sus ventas. Aseguran sus distribuidores que estas
cayeron en alrededor de un 40 %.
No a la impunidad
Y aún en una lucha para nada incruenta -cosa que bien sabemos los
periodistas, por los más de mil compañeros que nos fueran
desaparecidos y asesinado en estos últimos treinta años-, aún en
esta lucha, este es un tiempo, que por las rebeldías, las
resistencias y las apuestas a la vida, más las ofensivas políticas e
integracionistas que están naciendo y renaciendo merece ser
celebrado… un tiempo que merece ser celebrado, no con frivolidad, ni
optimismos bobos, sino en nombre de las anónimas y anónimos,
luchadoras y luchadores, que cada día le dicen con su voz y con su
cuerpo SI a la justicia. No a la impunidad.
Organizarse para la lucha
De nada vale inmolarse desde el individualismo profesionalista y
de poco sirven las quijotadas profesionales. Sí importa, y mucho,
subrayar aquello de luchar para organizarse y organizarse para
luchar. Porque se trata de que en la lucha de ideas se impongan las
ideas de los que decimos, hasta con la entrega de la vida, que un
País mejor es posible.
La agenda popular
En la lucha de ideas, en la lucha política y social se trata de
instalar la agenda de la comunicación de los más y para los más y
ello no es una cuestión que se resuma a una serie de actos
periodísticos voluntaristas, corporativistas: casi siempre, o
siempre, sumidos, en el entusiasmo y la desesperación cortoplacista,
por fuera de estrategias y tácticas informativas y comunicacionales
que formen parte de las resistencias y ofensivas del movimiento de
masas, de las diversas tácticas y estrategias que se plantean en las
resistencias y en los pasos de ofensivas del campo popular.
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