Adriano Mori, pionero artístico (Nota de archivo Noviembre de 2009)

VILLA GESELL FUE COMO MI MADRE

“Descubrir Gesell fue algo maravilloso, una experiencia fantástica – dice Adriano -  a pesar que fu casual. Un amigo tenía un coche, lo tenía que ablandar y nos fuimos a Mar del Plata. Ahí le dijimos hay una cosa más linda, salvaje, exótica, pero... hay que aguantarse caminos de tierra. Vinimos. Y ese día, para colmo llovía. Por lo desde Las Armas, cuando cruzamos a Madariaga lo hicimos en el barro. Cuando llegamos acá se compensó todo”

El comienzo

La imagen le quedó muy impresa a Adriano Mori, tanto que diez año después decidió volver:” En el año 76 volví con mi guitarrita. Y di mis primeros alaridos y toque mis primeros acordes. Había acá una bohemia muy especial. Ya estaban los hippies, mucha informalidad... era algo que no se veía en Buenos Aires. Un amigo había comprado una parte de un café concert y me propone a mí hacer canciones románticas. Era “La bota rota” y ahí con un grupo de artistas estuvimos todo el verano. Cada uno hacía lo suyo. Éramos 6 o 7 artistas que desfilábamos todas las noches. Empezábamos a las 2300 y eran las 6 o las 7 de la mañana y todavía había gente en la puerta. Esa bohemia – aclara Mori – existía únicamente en Gesell, era patrimonio exclusivo”

La bota de todos

Los nombres de los primeros artistas que estuvieron en el reducto de Calígula y Erika fueron y son importantes: “Conmigo estaban Paco De Arriba que recitaba a todos los grandes poetas españoles. Era un lijo y lo sigue siendo aún hoy escucharlo. Sí queremos darle la otra punta, estaba Jorge Corona, con apenas 25 o 26 años, que tenía la capacidad de tener hasta diez chistes abiertos y después irlos cerrando, estaba Ernesto Gauna. El hacía un folclore muy fino, era especial además su buen humor, nos hacía reír mucho. Claro, no hacía la cumbia que hace ahora como “Pocho la Pantera”. Estaba Nazareno, que tenía la condición de hacer la trompeta con la boca. Tocaba la guitarra también. Estaba el “Tano” Pagliaro que pasaba siempre y nos regalaba algunas canciones, Trelles, que actuaba en lo de Roberto Paulino que quedaba a media cuadra y siempre nos visitaba  en  la Bota. Y Hugo Varela, que había hecho su boliche “El grillo” y que también venía. Y Los tanos de Tempo, y Javier y Jaimito, ventrílocuo y muñeco geniales y el “Tano” Giovanni, que nos dio escuela a todos. Traía una tecnología bárbara y sabía elegir el repertorio. El me enseño mucho”.

Justo ahí

“La bota rota” estaba donde hoy está  la Casa de la Cultura. “Y que otra cosa puede funcionar donde estaba la Bota que no sea la Casa de la Cultura – decía siempre Néstor Pérez, “Calígula”,  el que se hacía respetar muchísimo – dice Adriano – ya que, como el lugar era pequeño, era un garaje, donde entraban dos autos,  y siempre había más de 120 personas, inevitablemente se producían roces. Y Calígula, al que no le costaba mucho levantar la mano lo arreglaba rápidamente”

Ayer y hoy

Una comparación es inevitable: “Decían que esto era un desborde... En realidad, había libertad, sí, pero no libertinaje. Vivíamos tranquilos, cada uno hacía lo suyo, pero lo hacíamos de cara al sol. Lo que nuestros mayores criticaban, que vivíamos de noche... no era nada con lo que se hace ahora al mediodía en plena calle. Nosotros éramos nenes de pecho”

Libertad, sin libertinaje

Fue una época de intercambio de emociones y de aprendizajes “Lo que se decía por ahí de Gesell y el libertinaje era más espuma que otra cosa. Lo que buscábamos acá era disfrutar de la lírica, de la poesía... A poder trascender sobre un escenario. Aprender de otro y dar lo mejor de nosotros. Yo todo lo aprendí de Gesell, todo le he mamado acá. Por eso digo siempre: A Gesell no me lo toquen cuando lo critican. La Villa ha sido para mí una madre. Me ha formado y también a mí familia. Tenemos una casita acá donde está mí madre y apenas el almanaque está “rosado” nos venimos todos”

Gesell y después... Punta...

“En Gesell trabajé más o menos 7 temporadas seguidas –rememora Adriano – y un día me encontré con una persona de Buenos Aires que me dijo: “Te quiero llevar a un lugar especial, en el que vos, por tu repertorio internacional vas a andar muy bien. Y me llevó a Punta del Este, a un boliche que acababa de abrir. Comencé a trabajar y a la primera semana me llamaron para  fiestas particulares. Hacía dos por noche, además del show en el boliche. Y a partir de ese momento seguí yendo. Ya van más de 24 temporadas casi consecutivas. Y además – dice Mori – durante muchos años fui y sigo yendo desde junio a septiembre a Italia, fundamentalmente, en Amalfi, Sorrento, Capri, Napoles... Mí hija nació en Capri. En aquellos tiempo había que hacerlo solo. Ahora en un ipode te llevás la música. Una orquesta en el bolsillo”

Grabaciones eran las de antes...

Hace muchos años que Adriano Mori comenzó  a grabar: “Tengo varios casettes, long play, (esto nos manda en cana con la edad). En total son 12. Grabé en Argentina y en Uruguay. Son producciones mías. Y en Uruguay hemos hecho un movimiento cultural importante. Una canción mía ganó en Bologna en un festival como el Cantaniño, que se sigue haciendo y viajamos con un coro de niños de Uruguay. El tema ingresó como repertorio de las iglesias. Habla de Dios, de la no guerra, del amor...”

El círculo

La nota comenzó hablando del la Villa de ayer y la cerramos hablando de la de hoy. “La villa de ayer tenía más magia. Hoy es un poco más previsible, más parecida a todo. Lo que encontrábamos antes no existía en ningún lado. Hoy, es más ciudad que Villa. Pero claro, tengo que reconocer que una cosa es la mirada de los 25 años y otra la de los sesenta. De cualquier manera... es diferente. Pienso que sí se controla, si no hay más asfalto, si se cuida más la conservación del lugar. El viejo Gesell tenía razón en muchas cosas. Por eso no quería edificios en altura, te daba un crédito especial si construías un chalé a  dos aguas. Tratar de rescatar aquello que fue el origen”

Audio Adriano Mori
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