Murió mi amigo, nuestro amigo

SOLO ESTO, NADA MÁS

 

Muy bien, aquí va. Estoy viejo. Lo que esto significa es que he sobrevivido -hasta ahora- y un montón de gente que he conocido y amado no lo hicieron. He perdido a buenos amigos, conocidos, compañeros de trabajo, abuelos, padre, madre, familiares, maestros, profesores, estudiantes, vecinos, y un sinfín de otras personas. Duelen los muertos, te duelen, me duelen, pero hay que aprender a vivir con ese dolor.  Aquí está mi granito de arena.

Me gustaría poder decir que uno se acostumbra a ver morir a la gente. Yo nunca lo hice. No quiero. Se rasga un agujero en mí cada vez que alguien que quiero muere, sin importar las circunstancias. Pero yo no quiero que “no importe”. Yo no quiero que sea algo que simplemente pasa. Mis cicatrices son un testimonio del amor y la relación que tenía con esa persona. Y si la cicatriz es profunda, entonces era amor. Las cicatrices son un testimonio de la vida, son un testimonio de que puedo amar y vivir profundamente. Ser herido, sanar, seguir viviendo y amando. Y el tejido de la cicatriz es más fuerte que la carne original, siempre. Las cicatrices son un testimonio de la vida. Las cicatrices son solamente feas para las personas que no pueden ver.

En cuanto a la pena, encontrarás que viene en olas. Cuando el barco está naufragando, te estás ahogando, con escombros a tu alrededor. Todo lo que flota alrededor te recuerda la belleza y la magnífica nave que era, y no es más. Todo lo que puedes hacer es flotar. Encuentras alguna pieza entre los restos y te cuelgas de ella por un tiempo.

Tal vez es algo físico. Tal vez sea un buen recuerdo o una fotografía. Tal vez es una persona que también está flotando. Durante un tiempo, lo único que puedes hacer es flotar. Estar vivo.

Al inicio, las olas son de 30 metros de altura y se estrellan sobre ti sin piedad. Vienen cada 10 segundos y ni siquiera te dan tiempo para recuperar el aliento. Todo lo que puedes hacer es flotar. Después de un tiempo, tal vez semanas o meses, encontrarás que las olas siguen siendo de 30 metros, pero vienen más separadas. Cuando vienen, todavía se estrellan sobre ti y te aniquilan. Pero en el medio, se puede respirar, puedes funcionar. Nunca se sabe lo que va a desencadenar el dolor. Puede ser que sea una canción, una imagen, una intersección de calles, el olor de una taza de café. Puede ser cualquier cosa… y la ola se estrella. Pero en medio de las olas, hay vida.

En algún punto, el cual es diferente para todo el mundo, verás que las olas ya son de 20 metros, luego de 10. Y mientras todavía vienen, vienen más separadas. Puedes verlas venir. Un aniversario, un cumpleaños o Navidad. Se puede ver que vienen y prepararse. Y cuando están sobre ti, sabés que de alguna manera saldrás por el otro lado. Todo mojado, aferrándote a alguna pieza, un recuerdo, pero vas a salir.

Toma el consejo de un viejo. Las olas no dejarán de venir, y de alguna manera realmente no querés que paren. Solo aprendés a sobrevivir a ellas. Si tenés suerte, tendrás un montón de cicatrices de un montón de amores. Y un montón de restos de naufragios.El amigo no está, aunque nunca se irá.

 
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