LA PAYADA DE LA SEMANA

Podríamos decir que son dos en una. La primera sirve de presentación, es un juego literario. La segunda es simplemente un adiós, hasta nunca. Lo cierto es que el payador anda con al creatividad al mango... Bueno, siempre está al mango, en realidad...

 

Por fin se paró la lluvia,

ya me tenía podrido

andaba medio aburrido

con las tarlipes al plato...

Me quedo en cata, te bato

ya lo tengo decidido.

 

Tengo un pesceto en el horno,

con batatas y papitas

en la mesa, hay florcitas

y puse más de un adorno.

No espero ni un  retorno

He de serte muy sincero...

para saltar del ropero

son buenas las “veteranas”

¡Y todas vienen con ganas

de divertirse, aparcero!

 

Es difícil sumamente,
nuestra típica Espinela,
si faltamos a la escuela,
de la vida y de la mente.
Como alumno permanente,
les podría asegurar,
que no es fácil dominar,
la décima estilizada.
Vieja turra complicada,
que nos honra cultivar.


Las reglas de la poesía
aplican los verseadores,
exaltando los valores
de la noche... o del día.
Muchas más cosas tendría
que explicar este cantor.
más le dejo esta labor
al que lee interesado.
Una cosa he demostrado:
No es fácil ser payador.


Con un buen vocabulario
y divina inspiración
juntando con gran pasión
palabras del diccionario.
con los vocablos que a diario
usamos en cada tema,
el carbón se vuelve gema
con metáforas y similes.
usando hasta misiles
para crear un poema.

El epíteto admirable,
hace la estrofa más bella,
y brilla como una estrella,
un adjetivo agradable.
Es un tesoro admirable,

la décima bien tallada,
puramente sazonada,
con su métrica elegante.
Y su rima consonante,
cultamente edificada.
 

Le puede hablar al amor

el que se fue o el que está...

la espinela, la verdá,

estremece al payador.

Ganador o perdedor

de mil trenzadas jodidas,

de llegadas y partidas,

de amores correspondidos...

También habla de perdidos

y de encuentros de otras vidas.

 

Fuera de programa

SIN BRONCA

 

Deja que sueñe y que sueñe
que tú sigues a mi lado,
que lo nuestro ha continuado,
para que el sueño se adueñe.
Y todo mi ser se empeñe
en amarte con ardor,
con el profundo candor
del que la ilusión cultiva,
y lleva en su alma cautiva
el recuerdo de un amor

 

Un amor que fue mi cielo
y también fue maldición.
Pues fue una dulce aflicción
mezcla de amor y de celo.
Y aún persiste aquel desvelo
en mi corazón sombrío;
donde tu amor, que fue mío,
echó el cerrojo con llave
y alzó vuelo como el ave
que se perdió en el vacío.


¡Y qué solo me quedé!
Solo y triste en desamparo.
Sin tu amor que fue mi faro
de oscuridad sólo sé.
Feliz del ayer que fue
lo contrario de este hastío;
de este terrible vacío
por la ausencia de mi amada;
esfumándose en la nada,
como se pierde el rocío.

Cuando en sueños tu figura
a consolarme se asoma.
Mi pecho su pena doma.
Y aunque mi herida no cura;
un perfume que perdura
sosiega mi gran dolor.
El aroma de tu amor,
profundo mi pecho aspira
y el fragante olor respira
del pétalo de una flor.

 

El rumbo a seguir ignora
el alma cuando hay tristeza,
y un aguijón, que no cesa,
segundo, minuto y hora;
dolor punzante que mora
que desgasta y hace mella;
de angustia la suerte sella
y nos llena de dolor.
Por veredas del amor
caminante son tus huellas.

El tiempo, siempre al acecho,
tras cada esquina escondido
con el puñal del olvido
buscando el amante pecho.
Triste fortuna del hecho
que nos quebranta la paz,
dejando el amor atrás;
roto, dolido y muriendo.
En sombras tan sólo viendo
el camino y nada más.


Con fugaces ilusiones
nuestro corazón se engaña.
El alma estremece y daña
sus más caras pretensiones.
Espejismos las pasiones;
marca son de nuestro sino.
Vagar el fatal destino
de quien amó con locura
y hoy exclama en amargura
caminante no hay camino.

 

No hay caminos sin abrojos,
sin penas ni sacrificio.
Porque el amar es oficio
que anega siempre los ojos.
Y si míseros despojos
del alma suelen quedar,
de tanto sentir y amar,
de tanto llorar por ella,
atrás no busque la huella...
Se hace camino al andar.

 

Nada es eterno, lo sé.
Y es triste que todo acabe
cual naufragio de la nave
de la ilusión, que se fue.
Aún me pregunto por qué
llevo este amargo sabor;
si hace tiempo que tu amor
se alejó de mi camino.
Si así lo quiso el destino
¿por qué sigue mi dolor?

Sigo, sigo recordando
los tiempos que ya se fueron.
Los mismos que estremecieron
mi ser que vive penando;
con la esperanza, aguardando
que llegue pronto el olvido;
a borrar tu amor mentido,
a olvidar la triste historia
y arrancar de mi memoria
lo mucho que te he querido.

Y es que es tan honda la pena
de mi corazón herido
que únicamente el olvido
aliviará esta condena.
Fue tu amor una cadena
de livianos eslabones
cuyas tiernas emociones
apresaron mis sentidos
que claudicaron rendidos
a tus dulces pretensiones.

Ya ves, no hay agrios rencores;
sólo un corazón dolido
en espera que el olvido
mitigue sus sinsabores.
No abrigues vanos temores
que el recuerdo del ayer
tu alma pueda ensombrecer.
No estorbaré tu camino.
Buscá, tu mejor destino;
yo buscaré otro querer

 
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