Los medios y la participación de la “gente”

MENTIRAS COTIDIANAS

La participación popular en los medios de difusión forma parte de la estrategia desplegada desde los sectores de dominación para hacer creer que quienes llaman, escriben mensajitos de texto o mandan videos, están construyendo la historia. En Villa Gesell, este concepto se pervierte más aún, ya que se manipula esta participación hasta el hartazgo, tratando de generar con ella, condiciones de antagonismo con el gobierno local. De esta manera, tienen a “la gente” en el living, mientras los políticos opositores y quienes hoy por hoy son los verdaderos generadores de opinión, están en la cocina del poder.

 

“Una comunicación indecente (es decir, desprovista de valor intelectual, de decencia, de cultura) y manipulada (es decir, engañosa, bajo las múltiples formas que pueden inducir al error a aquellos que la reciben) priva a la población de medios intelectuales para defenderse. Un país no se puede considerar una democracia si una gran mayoría de su población está sometida a una comunicación manipulada y a una información fundamentalmente falsa.”
Giulietto Chiesa

 

Para que se esta circunstancia de participación espontánea o manipulada, como se da en un par de influyentes medios locales, hacen falta que de den ciertas circunstancias históricas especiales. Una de ellas tiene que ver con el vacío comunicacional existente, lo que de deja un territorio liberado, ocupado por oyentes que se han acostumbrado a recibir este mensaje, hasta hoy único.  Hábiles comunicadores, quienes conducen los distintos espacios y dirigen medios, juegan con los oyentes , televidentes y participantes del correo de lectores, un juego en el que no tienen contrincantes. Y subiendo la apuesta, más de una vez, se han lanzado a impulsar movilizaciones, medianamente exitosas, es cierto, pero han logrado llevar esa “gente” frente a las mismas barbas del Intendente.

A nivel nacional esto adquiere características casi de sainete. Quienes participan de la estrategia de los grandes medios, se suelen creer columnistas influyentes, cuando, en realidad, solo se suman al coro de los “espontáneos colaboradores rentados” que trabajan cotidianamente, respondiendo a guiones preestablecidos, poniendo e imponiendo la agenda conveniente para la oposición. La “gente” puede participar de la encuesta en el portal del diario. Puede mandar un video para denunciar el robo en la esquina de su casa. Puede mandar un mensajito de texto y hasta puede jugar con algún conductor prendiendo y apagando la luz mientras una cámara refleja esa grandiosa participación. Todos esos espacios perfectamente delimitados y acotados a un formato estricto son los que constituyen la “participación popular”. Falacia. Nadie puede pensar que el que va a saltar frenéticamente a la hora del Prende y Apaga está participando en alguna construcción trascendente.  Se trata de incorporar esa “participación” para lograr esa idea de “la gente está con nosotros”. Visible en las tácticas del Grupo Clarín por su dinámica de partido político. La misma dinámica, tienen en Villa Gesell un par de medios, transformados ya, en un partidos políticos.
Se construye la idea de “la gente” como entelequia, lo que “la gente” quiere ver, lo que “la gente” se pregunta en la calle, etcétera. Mirta, la reaccionaria, intolerante y esquizofrénica comedora del medio día habla siempre de “la gente”. Y lanza apotegmas fundándose en esa opinión sagrada. Ahora están las redes sociales. Un buen método para comunicar también, claro. Pero, no debe sustituir al periodismo. De ninguna manera. Cuando el FACE, el Twitter, y otras redes, sustituyen a la relación de los actores de la historia con la prensa y a la gente común le hacen creer también que ya forman parte de quienes cambian la historia, está todo mal.

El pueblo, (quitamos la entelequia “gente”) tiene que entender que es realmente protagonista, cuando ocupa la calle, se moviliza, vota, exige a sus elegidos que cumplan con lo que prometieron. De otra manera, solo forman parte de la gilada útil.

Los saludos a la tía, a la novia, al hermano,  son previos al estallido de las redes sociales. La participación, si puede llamarse participación, aparece con el inicio del período democrático y se consolida con dicho estallido, el abaratamiento de la tecnología y la universalización de Internet. El saludo como fenómeno aparece en las radios tanto comunitarias como comerciales a principios de los ’80. Muchos de esos llamados son simplemente saluditos que a nadie importan.  Realmente no se puede asociar eso con participación ciudadana. Es esta cosa de aparecer en un medio casi como cosa cholula. En realidad mandar mensajes a un familiar de uno a través de un medio de comunicación no tiene mucho sentido cuando uno puede levantar el teléfono. Ahora, el tema de mediatizarlo implica un modo de pertenecer a una lógica por la cual los medios tienen una centralidad que no tiene el llamado y el contacto uno a uno.

El contrato de los medios con la gente tiene que ver con la idea de satisfacción al cliente. ¿No hay acaso clientelismos propios de los grupos medios o altos? Se trata de un clientelismo menos perceptible y de resultados más inciertos. “Uno puede ser un feliz portador de ideología sin saberlo, uno puede ser un inocente portador de ideología porque simplemente es un pelotudo, no necesariamente un mal tipo. La opinión pública está pensada como consumidora clientelar. A veces con la palabra clientelismo se asocia a los sectores populares y, en general, cuando uno empieza a ver en los distintos estratos de la sociedad donde aparecen prácticas clientelares, no sólo en términos vinculados con qué rol cumple el sistema político tradicional sino con qué rol cumplen otros sectores de poder dentro de la sociedad, aparecen ciertas lógicas de toma y daca que siempre se les achacan a los votantes de los partidos populares o masivos.
La opinión pública es una elite, es aquella que está en condiciones de reproducir con suma eficacia los discursos dominantes. No se construye para millones, se construye para esa elite que se convence de una idea y después la transmite a otros. Cuando un medio habla, no le habla a toda la sociedad, le habla a un grupo que coincide con cierto lineamiento editorial en términos políticos. A veces es tentador pensar que una minoría puede asimilarse a la idea de ciudadanía y en general una minoría es simplemente un grupo de clientes fidelizados de una marca determinada.
“La opinión pública es terreno de disputa. Clarín quiere jugar un juego político, se mete en una disputa política, quiere conducir a sectores de la oposición y entonces también tiene que pensar en su propia legitimidad o no. Si la gente le cree o no. Digo cuál es el clima de la sociedad, sus opiniones sobre los temas públicos. La opinión pública construida por grupos como Clarín fue la que decía estar muy enojada con el Gobierno, después nos dimos cuenta de que no era así”, explica Nicolás Tereschuk.
Una cosa es qué piensa “la gente” y la otra es cómo influir en eso que piensa “la gente”. Se la pasan construyendo a “la gente”. Así la juegan los medios.

¿Y el gobierno Nacional y el Municipal? Nada…  Van “corriendo lejos y juntando gorras” como dicen los muchachos burreros.

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