La columna de Jorge Fava

ES EL OTRO

 

Tenemos dos maneras de mirar esta realidad mundial. Lo podemos hacer desde la esperanza que todo cambiará para mejor, o de lo contrario,  desde la visión pesimista que todo está jugado y sólo nos resta sentarnos a observar cómo la humanidad termina con toda vida sobre el planeta, destruyéndose a sí misma.

Es duro lo que decimos, pero a la luz de lo que acontece con la pandemia a nivel mundial, viendo el comportamiento de los pueblos y sus gobernantes estamos movidos desde nuestro enclaustramiento obligado, a meditar sobre el presente que nos compete, pero también sobre el futuro de las próximas generaciones que serán herederas de esta experiencia tan desagradable en muchos sentidos.

Una cosa está clara: Nada será igual a lo que fue hasta que comenzó esta tribulación compartida por pobres y ricos, por países desarrollados e industrializados y países en vías de desarrollo. Todos han visto, y ven como la enfermedad y la muerte son un tema común para la totalidad de clases sociales, en todas las latitudes del planeta al mismo tiempo.

El enemigo invisible atacó cuando nadie lo esperaba y se diseminó por el orbe ante la mirada atónita de quienes creíamos que el hombre y sus conocimientos, todo lo podían.

La angustia se adueñó de nuestros espíritus y la desorientación parece ser el común denominador de los científicos y los médicos que tratan de descifrar como un organismo microscópico mutó desde un animal de China, a un ser humano que habita en el país más poblado del planeta y desde allí fue pasajero de miles de desprevenidos que lo transportaron por todo el mundo, produciendo nuevas mutaciones que llegaron en forma de tres distintas cepas para instalarse entre nosotros.

La responsabilidad que compartimos por la destrucción del medio ambiente, unos en mayor medida que otros, hace que concluyamos que esta aparición fantasmal del coronavirus SARS 2-COVID 19 es culpa de la brutal agresión que sufre la naturaleza por la ambición y codicia de los poderosos, que no trepidan en destruir la casa común, como así también a todos los que la habitan.

Mientras bailamos esta danza macabra que nos hace cambiar los hábitos culturales para siempre, en una especie de toma de conciencia tardía que se impuso a costa de pura necesidad de supervivencia, acontece que desde las usinas del poder colonizado por el neoliberalismo, se empeñan en sacudir el árbol que casi no tiene frutos, ni que tampoco haya miras de que los tendrá. La rapiña de los hipermillonarios, hizo que la acumulación de riquezas que hicieron, agotó la paciencia de muchos pueblos, pero también extenuaron los ingresos de los trabajadores y excluyeron a cientos de millones de seres humanos que no tienen otro sueño que sobrevivir como puedan. La injusticia y la exclusión es la consecuencia de un sistema capitalista neoliberal que también ha mutado, se ha transformado en su etapa superior en un "fascismo neoliberal", al decir de Jorge Alemán, para continuar su derrotero hacia la destrucción total de la convivencia pacífica entre los hombres y las naciones.

La razón de su existencia como sistema político, es la negación total del otro como prójimo, al que todo sistema está obligado a atender para ser validado éticamente, toda vez  que para que exista esa convivencia social , se requiere la renuncia propia en pos del resto de la sociedad. En una palabra, el egoísmo es de donde se parte para edificar un sistema perverso que niega el derecho a vivir dignamente a otras personas que no sean parte de una clase social privilegiada, que se ha adueñado groseramente de las riquezas que fueron puestas sobre la tierra para hacer digna la vida de los mortales.

A partir de esa concepción amoral, justifican todos sus actos que culminan necesariamente, a su entender, en la instalación de regímenes inhumanos que fundamentan su funcionamiento en las mentiras mediáticas, las difamaciones, las persecuciones, las prisiones ilegales, el espionaje y el saqueo de los bienes comunes para engrosar sus patrimonios. Paralelamente sirven a un imperio decadente, que a pesar de su poder militar y tecnológico, ve jaqueada a su población por la epidemia de un virus mortal,  y  paga con miles de vidas inocentes, de una sociedad a la que han sumido en la ignorancia sobre los destinos de otras gentes que deambulan por distintos países sometidas a la miseria por el saqueo y sus guerras de dominación.

Lo que se percibía como sociedades opulentas de la orgullosa Europa, potencias orientales o mediorientales y emblemas neoliberales de la región, como Chile o Brasil, han colapsado sus sistemas sanitarios como consecuencia de ésa bestialidad insolidaria que sirve de basamento a una ideología que promete terminar con las democracias como sistemas que aseguren la libertad, la igualdad y la fraternidad.

En nuestro país, esa suerte de maldición instalada desde 2015 al 2019,  a pesar de la tremenda derrota electoral sufrida en manos de un pueblo movilizado para recuperar sus derechos, hoy muestra su peor cara para tratar de soliviantar a una sociedad, a la que el gobierno del Frente de Todos protege haciendo honor a los preceptos morales que han sustentado al movimiento nacional desde que la democracia plena se instaló en la patria. 

Desde la premisa yrigoyenista de que"los hombres son sagrados para los hombres", pasando por las de Juan Perón de que "para un argentino no hay nada mejor que un argentino" y "la patria es el otro" como rezo pronunciado a las multitudes por Cristina, ese movimiento que viene desde el fondo de nuestra historia y que fue regado por la sangre de tantos patriotas que lucharon por nuestra independencia, desembocó en una organización popular inquebrantable que hizo posible el retorno a la conducción de nuestro destino común, pudiendo sortear las trampas tendidas por el "lawfare neoliberal" para destruirlo. Pero lo real que ese monstruo herido aún sobrevive y lanza zarpazos tratando de impedir que se descubran todas las tropelías cometidas mientras disfrutaron de un gobierno inmoral a todas luces.

Es demostrativo cómo actúan e influyen con sus medios, sin contenciones morales de ningún tipo, para tratar de imponer una agenda contraria a los intereses de las mayorías que hoy están preocupadas en aferrarse a sus propias vidas. Las mismas que fueron ignoradas y vilipendiadas por una casta que se hizo de los resortes del Estado para satisfacer su ambición, como así de los poderosos que los apoyaban y se beneficiaron por el festival de negociados realizados a partir de la deuda contraída con la usura internacional.

La pruebas contundentes de esa mutación hacia el fascismo neoliberal, están a la vista. Lo sucedido en Brasil con la destitución de Dilma Rousseff, la posterior persecución a "Lula"y la elección amañada donde un fanático religioso y autoritario se hizo del poder, está emparentada con hechos similares o parecidos producidos en nuestra vecindad continental como el de Bolivia, donde una banda afincada en Santa Cruz de la Sierra, conocida por su racismo y belicosidad hacia los pueblos originarios que habían dado forma a un Estado Plurinacional, destruyó mediante un golpe de estado clásico perpetrado con las fuerzas armadas como protagonistas, el sueño aborigen igualitario. 

El ingrediente de la participación de los sectores conservadores de la Iglesia Católica  y la mayoritaria confluencia con sectores evangélicos de nuevo cuño en los distintos experimentos que asuelan a los países hermanos, obliga que analicemos este fenómeno desde otra perspectiva distinta a los análisis eurocéntricos,  que se hacen con esas miradas propias de las metrópolis hacia sus "colonias subdesarrolladas" y que no parecen darse cuenta que sus gobiernos están cercados por movimientos con las mismos características que los de aquí, que repugnan por su xenofobia, racismo, misoginia, homofobia, discriminación y violencia. Desde el VOX de España, la Liga del Norte en Italia, el régimen neofascista del que Viktor Orban es primer ministro en Hungría, hasta el partido de Marie Le Pen en Francia, son las muestras de lo que le espera a Europa. Prometen ser más que inquietantes si prosperaran sus ansias de gobernar cabalgando sobre las democracias timoratas, refractarias a toda ruptura con el orden neoliberal causante de la exclusión en sus sociedades.

El nuevo orden mundial inaugurado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher,  ha tomado una dimensión impensada, donde la financiarización de la economía, destruye puestos de trabajo, sumergiendo a millones de seres humanos en la exclusión destructora de la promoción que reclama gran parte de la humanidad. Pero al mismo tiempo una  minoría que ronda uno por ciento de la humanidad, se apropia de la mayoría de las riquezas provocando una desigualdad totalmente inmoral.

La irrupción de Trump no hizo otra cosa que terminar de pintar un panorama sombrío para el futuro de la existencia planetaria. De la mano de lo más rancio de la derecha norteamericana, impuso un modelo prepotente para las relaciones internacionales con un discurso racista y discriminatorio para el interior de una sociedad alienada, que busca en las armas la solución para los conflictos suscitados por la desigualdad social.

Antes que el amigo de Macri sucediera a Barack Obama, la elección por el Colegio Cardenalicio del Papa Francisco vino a traer aire fresco en una realidad internacional que no encontraba la manera de representar a las demandas de los desahuciados del mundo. Inmediatamente con la adopción de su nombre, el Cardenal Bergoglio dio un signo potente sobre su pontificado. La referencia al Santo de Asís, es una señal briosa como siempre la Iglesia lo hace cuando quiere dar un mensaje indubitable. La opción por los pobres y marginados,  la referencia al cuidado del medio ambiente o a la "casa común” como le gusta identificarlo al Pontífice, es condimentado con la plena identificación con quién llegó a su canonización por su lucha en pos de la renovación de la Iglesia, luego de haber renunciado a su vida acomodada plena de riquezas, no sin ahorrar también el enfrentamiento y la incomprensión de los poderosos.

Toda el bagaje acumulado desde las conferencias del CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana) de Medellín en 1968, donde se puso énfasis en la "promoción humana, la paz y la justicia";  Puebla de los Ángeles en 1979, con la "opción preferencial por los pobres y los jóvenes" y Aparecida, acentuando en el medio ambiente y los derechos de los pueblos originarios los pobres y excluidos toda su acción misional bajo el lema " Yo soy el camino, la verdad y la vida", llenó el equipaje del primer jesuita, que como lo hizo siempre a lo largo de su historia , la congregación fundada por San Ignacio de Loyola, acostumbra a luchar contra las injusticias, con las que siempre los poderosos someten a los más débiles.

La potencia de su mensaje incomodó a las elites mundiales y su revelación sobre "el protocolo de la salvación" que refiere a "darle de comer al hambriento y beber al sediento de justicia; techo a los pobres como así refugio y acogida a los refugiados e inmigrantes; ropa y vestido a los más pobres para preservar su dignidad, y asistencia sin privilegios para todos los enfermos como así a los privados de su libertad" en consonancia con que dice el Evangelio de Mateo capítulo 25,31-46, enfureció a la derecha mundial que lo identificó con el enemigo a enfrentar, sin miramientos.

El encargado de tratar de debilitar la autoridad papal y horadar a la Iglesia, es Stephen Bannon, un ultraderechista norteamericano del partido republicano que fuera mentor del propio Trump para su llegada a la presidencia y que cayó en desgracia luego que el millonario presidente entendiera que no le servía a sus intereses. Eso no impidió que el operador batallara sobre "el acrecentamiento de la influencia, que las organizaciones religiosas originadas en los gabinetes ideológicos imperiales debieran tener", sobre las sociedades latinoamericanas. Esos credos religiosos aparecieron en la política de nuestros países por la eficacia de la CIA, que luego de Medellín, entendió que era necesario el entrismo, con su "Teología de la dependencia" que sobrevalora el individualismo, para tratar de debilitar la influencia de la "Teología de la liberación" que impregnó las entrañas de la Iglesia Católica Latinoamericana y que hizo del Brasil el ejemplo de las organizaciones eclesiales de base.

Es difícil para la intelectualidad europea entender el fenómeno de los movimientos nacionales y populares latinoamericanos, a los que denominan despectivamente populismos. Su visión acotada por los prejuicios de un marxismo apolillado, acostumbrados al apoltronamiento obligado por su "andar en continuado" de rodillas ante el poder de un neoliberalismo que los utiliza para desprestigiar a los líderes de La Patria Grande, que con éxitos disímiles han logrado detener sus apetencias, los ha hecho operadores funcionales del poder, al que dicen combatir. No han entendido, o no han querido hacerlo, toda la rica historia que hoy, desde la Cátedra de Pedro, el mismo Papa Francisco  pone en el tapete para ejemplificar desde su experiencia latinoamericana, cuál debiera ser el recorrido de la política mundial para enfrentar a un sistema perverso que pone en peligro toda vida sobre la tierra.

Bannon es un rival peligroso que ha tenido responsabilidad incuestionable en el surgimiento de Bolsonaro de la mano de la Iglesia electrónica que lo apalanca, como así del golpe de estado en Bolivia. Su influencia estuvo y se hace notar en la misma Europa con su obsesión enfermiza por lograr la división de la Iglesia de la mano de sectores de la derecha católica que lo secundan, que por su enemistad con Francisco y su mirada eurocéntrica de la historia lo ayudan en una tarea encaminada hacia el fracaso.

Hoy el enfrentamiento entre el fascismo neoliberal, vaciado de moral y el referente moral de la humanidad, es una hecho que nadie niega. Francisco aparece como una referencia ante la tormenta en medio de la pandemia, en donde los primeros privilegian sus intereses económicos sobre la vida, a la que consideran un número estadístico que incluye a la muerte como un accidente circunstancial, sin valor, y los movimientos nacionales y populares herederos de una doctrina en donde la vida está primero que la economía.

La explicación a tanta ruindad macrista repleta de odio, podemos encontrarla en su pertenencia a una matriz ideológica que los tiene como adherentes, pero al mismo tiempo como fracasados en una Latinoamérica plagada de gobiernos del mismo signo. Su lectura de la realidad ha sido errónea. Siguen sin entender la historia y en un primer momento creyeron ver En  Bergoglio a un amigo incondicional, pero que cuando él se convirtió en Francisco, no supieron leer los hechos como en realidad eran.

La irrupción del Frente de Todos ha venido a reparar el daño de cuatro años de corrupción, persecuciones y otras calamidades. Es cierto que aunque Cristina sea la vicepresidenta de este gobierno, se la extraña en su rol anterior por la ejecutividad en sus acciones y la firmeza de sus convicciones. Era estar con los renunciamientos y acuerdos a cuesta, o seguir padeciendo la angustia de la intemperie neoliberal.

El parecido de Alberto con Alfonsín nos hace dudar ante los condicionamientos que vienen, que serán muy duros y difíciles de sobrellevar. Su deseo de consensos puede arrojarlo a la pérdida de las incondicionalidades kirchneristas  y eso sería peligroso. De cualquier manera ante esta realidad tan delicada podemos estar seguros que toda  su energía está puesta en salvar vidas, sin condicionamientos. Alberto como Cristina está convencido que "La Patria es el otro"  y eso es lo que verdaderamente importa.

  

ATRÁS   ADELANTE