La columna de Enrique Minervino

PROFETAS DEL ODIO

 

Es frecuente leer o escuchar declaraciones de dirigentes  de Juntos por el Cambio, refiriéndose al gobierno nacional y al kirchnerismo en particular con una serie de mentiras y frases propias de quienes se limitan a repetir lo que otros formadores de opinión promueven desde sus usinas ideológicas y que se convierten en supuestas verdades por el solo hecho de esa repetición constante.

Algunos dicen que el kirchnerismo es antidemocrático y que hasta utiliza métodos bélicos en sus procedimientos gubernamentales, como dijo un concejal de Junín hace unos días. O que utiliza formas cuasi democráticas. La realidad es que los doce años de kirchnerismo fueron de total respeto a la democracia a diferencia de los 4 años de macrismo que fueron los peores de este periodo de 37 años. Para empezar nomas, recordemos que el ex presidente Macri asumió procesado por espionaje y a los pocos días se cerraron todas sus causas apresuradamente. O que días después quiso meter por decreto a dos jueces en la Corte Suprema, esa misma que Néstor Kirchner había prestigiado luego de la escandalosa Corte menemista.

Macri y sus ministros, (“el mejor equipo de los últimos 50 años”) constituyeron el gobierno más antidemocrático del periodo que se inició en 1983. No por su origen legitimo a través del voto, sino por su accionar. Desde el Estado se montó una banda mafiosa que se dedicó al espionaje y la extorsión para borrar del mapa a los opositores políticos, apretar jueces y armar causas judiciales. Una verdadera asociación ilícita, solventada por los fondos del Estado, es decir por nuestros recursos.

Junto al “monje negro” del gobierno, Marcos Peña, Macri también armó una “Mesa Judicial”, estructura anticonstitucional formada por el mismo ex presidente, el ex ministro de Justicia, Germán Garavano, y sus amigos, el diputado Torelo, el ex presidente de Boca Juniors Angelici, Gustavo Arribas y Pepín Rodríguez Simón, todos operadores del gobierno en la  Justicia. Esta “mesa” era la que recibía la información de la banda de espionaje y determinaba que causas iban a armar y a quien se iba a perseguir.

Los Macri boys, tenían en la mira no solo a los opositores, sino también a empresarios, sindicalistas, intelectuales, periodistas y hasta a algunos integrantes del propio partido gobernante, por si osaban descarriarse. El empresario contrabandista en los 90 y Presidente en 2015, era el jefe de esta asociación ilícita que socavó las bases de la democracia y pulverizó el estado de derecho, transformando al gobierno de Cambiemos en una verdadera organización mafiosa. Estos si son procedimientos bélicos, llevados a cabo por quienes se apoderaron del Estado en 2015 y que tuvieron como rehén a la democracia durante estos 4 años.

La utilización de los Servicios de Inteligencia del Estado con fines de espionaje ilegales constituye un hecho sin precedentes desde la última dictadura cívico militar. Y lo hicieron desde el gobierno de Cambiemos, como soporte de un entramado político, judicial y mediático que se encargó de perseguir a opositores, de los cuales Cristina Fernández de Kirchner era su principal objetivo. El espionaje se realizaba a través de la intrusión de correos electrónicos o de escuchas telefónicas que siempre a través de algún “anónimo” caían en manos de los periodistas amigos, que formaban parte de la banda, y que por sus programas las difundían incansablemente. El caso de “Pirincho” (tal como lo llamaban) Majul es solo un ejemplo de esta obscena connivencia

Para poder llevar adelante esta persecución, la derecha argentina de la cual el PRO y la UCR se han convertido en sus expresiones políticas, necesitaba de la estructura del Estado, de la complicidad de un grupo de jueces y fiscales (que anidaban en Comodoro Py), y de los medios, con el grupo Clarín y La Nación a la cabeza.

Seguramente son los medios a través de los cuales se informan quienes después repiten como loro frases vacías de contenido, sin consistencia alguna y mentirosas. De ellas se valió Cambiemos en estos 4 años para construir el relato del peor gobierno desde que se instauró la democracia en 1983. El que permitió que se fugaran 86 mil millones de dólares en cuatro años, el que nos endeudó de manera escandalosa para financiar esa fuga, y el que convirtió al Estado en un sistema perverso para espiar, perseguir y extorsionar. Por enumerar solo algunas de las barbaridades que se cometieron pero que obviamente no formaron parte del “relato” de los medios macristas.

Ese fue el gobierno que lamentablemente gran parte de la sociedad avaló. El que llevó adelante verdaderos procedimientos bélicos. El que fue descaradamente encubierto por los medios, que solo se limitaron a hablar del “demonio” Cristina para no mencionar las tropelías cometidas.  Son los mismos que ahora “militan” irresponsablemente la anticuarentena, incitando a todo el mundo a salir a la calle.

Ahora también esos medios y el macrismo lanzan su prédica a favor de los bandidos dueños de Vicentín, que le deben millones de pesos a la banca pública por créditos que jamás devolvieron y a la AFIP por evasión; que dejaron colgados a miles de productores y cooperativas en todo el país, y que fugaron al exterior las divisas robadas al pueblo argentino. ¡Ah! me olvidaba un detalle. También hicieron su aporte de $19.000.000 a la campaña de Macri en 2019. Para poder seguir con sus fechorías, claro está.

Si algunos de los integrantes de Juntos por el Cambio, por ejemplo los radicales que integran la coalición, tuvieran presente los principios yrigoyenistas y alfonsinistas que los verdaderos radicales aún tenemos, deberían indignarse por estas atrocidades cometidas por su alianza gobernante. Pero no. Solo se limitan a repetir consignas vacías y falsas de toda falsedad, esas que llevaron a instalar el desencuentro en la sociedad argentina. Argentina necesita una oposición seria y que marque los errores y no aquella que solo basa su accionar en el odio y la mentira.

 
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