La columna de Jorge Fava

SOCIOS DEL ODIO

 

"¿Que has hecho? La sangre de tu hermano clama desde la tierra": Génesis 4;10

 

El odio es el peor sentimiento que distingue a los hombres y a mujeres. Cómo dice el primer libro de la Biblia es el sentimiento que lleva a un ser humano a asesinar a otro.

Los animales no odian, en cambio los hombres y las mujeres matan por odio, ya sea porque les brota del corazón por envidia o celos, o porque otro se los inocula y a partir de allí son capaces de las peores aberraciones. Esto último sucede con las guerras. Los soldados son motivados por el odio a matar y destruir todo lo que sea propiedad de los que consideran sus enemigos. Desde bienes materiales hasta la vida de las familias son arrasados como consecuencia del odio, de allí la condena divina para todo aquél que se atreva a matar a un semejante, a un hermano.

Sin embargo esta sabiduría que acumula la humanidad a través de los siglos no sirve para terminar con el flagelo de la guerra, ni les impide a los individuos atentar contra la vida de otro. Al contrario se han sofisticado las armas de los ejércitos al punto que desde la guerra personal, donde un soldado de veía cara a cara con otro y juntos bailaban con la muerte, ya sea con lanza, espada o fusil, o hasta como hoy en día para llegar a ocasionar una guerra total, donde los muertos no se ven y desde los drones o los aviones los misiles hacen su trabajo de devastación.

Los muertos no se ven, se cuentan como una mercancía innominada que la televisión muestra como un juego macabro mientras los televidentes la observan desde sus sillones o en la cena mirando un noticiero. Cuando alguien se atreve a mostrar la crueldad se lo descalifica diciendo que “no es posible que se toleren esas imágenes en la pantallas que entran a los hogares". La guerra se trata de un espectáculo en donde las películas tienen más realismo que el episodio concreto.

El odio fue el responsable de los genocidios horrendos del nazismo con el pueblo judío o de los turcos con los armenios. Franco lo hizo con su propio pueblo en la guerra civil y Pol Pot en Camboya de la mano del Khmer Rouge sembró de cadáveres su país.

El imperio español en su conquista eliminó a millones de originarios para quedarse con las riquezas del nuevo continente, disfrazando sus crímenes con la blasfemia de la cruz como “arma civilizadora" mientras que los ingleses hicieron lo suyo en medio oriente y en India de tal manera que hoy medio planeta sufre los desvelos de guerras interminables que la piratería de “su majestad” se encargó de gestar con sus límites caprichosos que no respetaron nacionalidades, etnias o religiones para su provecho imperial.

En África tanto españoles, ingleses, franceses, holandeses, belgas, italianos como portugueses cometieron todo tipo de barbaridades y desde este continente se montó el brutal comercio de esclavos que favoreció el florecimiento económico de las metrópolis que frecuentemente guerrearon entre sí para conquistar sus posesiones y que fue el  motivo principal de los conflictos europeos zanjados después del segundo conflicto mundial con la creación del Mercado Común Europeo, y luego de la caída de la Unión Soviética, con la Comunidad Económica Europea.

Ese odio latente en la humanidad, que siempre fue el motor de toda dominación, ahora es usado por el imperio norteamericano para dividir sociedades y naciones atentas a sus intereses económicos. Así lo hicieron con Corea, Vietnam o tratan de hacerlo con nuestra región a la que consideran parte de sus dominios. La rebeldía de nuestros pueblos los desvela toda vez que, las apariciones esporádicas de líderes nacionales, hacen peligrar sus ambiciones perpetuas sobre un sub continente del que consideran que sus recursos naturales les pertenecen por designio divino.

La división social es una de las estrategias preferidas para mantener a nuestras sociedades sometidas a lo largo de la historia. Lo hicieron los españoles y lo perfeccionaron los ingleses en la época dorada de la oligarquía vacuna, cuando los niños bien "tiraban manteca al techo" para bailar debajo de ella en los salones de París despilfarrando sus fortunas con sus excentricidades.

Eran épocas en que el odio se dirigía a descalificar a toda la chusma radical que osaba discutir sus derechos con los hijos de los millonarios, que construyeron sus riquezas gracias al contrabando llevado a cabo desde el puerto porteño, o con los productos de la tierras obtenida merced a las masacres de los pueblos originarios en la conquista del desierto roquista.

El arribo de inmigrantes europeos y su mezcla virtuosa con el criollo mestizo, produjo un pueblo laborioso que fue construyendo los cimientos de una nueva sociedad que no se conformaba con ser segundona en su propio país, mientras una minoría se creía iluminada y beneficiaria de la providencia de la que se apropiaron gracias a las complicidades con la jerarquía de una iglesia que se alejó de su mandato evangélico. Todas esas ansias de libertad tan caras a los revolucionarios de Mayo, como Moreno, Castelli o Belgrano etc. repentinamente resurgieron con el Yrigoyenismo para dar paso unos años más tarde a la aparición de un movimiento plebeyo como el peronismo,  ávido de derechos negados por los patrones que seguían considerando a los trabajadores que lo componían como mano de obra cuasi esclava a la que no consideraban como personas dignas de respeto. Los medios que pertenecían a esa clase arrogante y explotadora, fueron fabricando una opinión pública que desde el odio comenzaron con la tarea de zapa que desde la embajada imperial comenzó a horadar los cimientos del gobierno del General Perón, que con la participación activa de Evita en el quehacer político, fue enfureciendo a parte de una sociedad tilinga que asimilaba a sectores de una clase media urbana incipiente, especialmente porteña y emergente en las capitales provinciales, Muchos habían sido simpatizantes del radicalismo, pero esa extraña amalgama con las clases acomodadas a partir de sentirse desplazados por un movimiento incontenible que no se detenía ni le temía a las patronales fue uniendo políticamente a toda esa militancia con mucha efervescencia estudiantil universitaria, con un frente político conformado por socialistas desorientados, comunistas dependientes de los designios de Moscú en los comienzos de la guerra fría y conservadores recalcitrantes que astutamente vieron a la fórmula radical integrada por Tamborini-Mosca con posibilidades de derrotar a Perón-Quijano en 1946, entendiendo que esa fuerza fundada por Alem y su sobrino dividía al movimiento nacional y popular.

La victoria peronista dejó a los radicales del lado de la oligarquía y dirigidos por el embajador Braden. Si bien el "comando de la derrota" como se llamó a los estrategas de ésa coalición antipopular fue desplazado de la conducción, no es menos cierto que la nueva dirigencia surgida tras la derrota siguió el sendero marcado por la oligarquía y sus medios entonces dominantes, aunque perfectamente identificados con el proyecto antinacional. La nueva clase media hija de europeos venidos en las olas inmigratorias de finales del siglo XIX y principios del XX, que o bien eran profesionales o prósperos comerciantes, se sintieron atraídos por la cultura tilinga que los sometía como parte de un circo antiperonista al que se accedía haciendo profesión de un odio visceral a todo lo que fuera reivindicaciones populares.

Allí está el germen de un odio que hizo eclosión con el bombardeo de la Plaza de Mayo en 1955 y los fusilamientos de 1956, para luego entrar en una serie de desencuentros que tuvieron al radicalismo también como protagonista en plena proscripción del justicialismo con gobiernos radicales que luego de la pelea Frondizi y Balbín,  terminó con una división que desorientó a sus seguidores convertidos en simples emergentes de dos tipos de gorilismo, uno menos virulento que el otro.

Se llegó al retorno de Perón luego de dieciocho años y con el pueblo en las calles. La experiencia no había sido buena en la medida que los golpes militares se habían convertido en el modo de reemplazar gobiernos debilitados por la gran abstención y voto en blanco de los seguidores del General, lo que impedía una genuina participación de la mayoría de los argentinos que no comulgaban con los experimentos pseudo democráticos que los tenían de simples espectadores.

La necesidad de pacificación en medio de las luchas entre sectores de la derecha peronista y los grupos afines a la guerrilla revolucionaria, acercó a Perón con Balbín en busca de la reconciliación nacional, algo que molestó a muchos que entendieron que se había traicionado al antiperonismo furioso del que hacían gala dentro de las flas del dirigente platense. Ese gorilismo subyacente se abroqueló en el movimiento que lideró Raúl Alfonsín en Renovación y Cambio y lo acompañó en su pelea en su lucha para dirigir a la UCR, movidos por la antipatía de les había generado el abrazo de Gaspar Campos.

Luego vendría el golpe genocida del 76 y la instauración de la dictadura más sangrienta que hayan conocido los argentinos con la secuela de asesinatos, torturas y la desaparición de treinta mil compatriotas en manos de un grupo de militares asesinos hamacados en el odio latente contra el movimiento popular, al que veían como enemigo para instalar en la Argentina un modelo económico similar al instaurado en el Chile de Pinochet por las indicaciones precisas de Henry Kissinger y sus secuaces de Washington.

Luego de la aventura militar de Malvinas, donde miles de argentinos pelearon contra las principales potencias de la OTAN en una guerra perdida de antemano mientras sus compatriotas miraban el mundial de fútbol realizado en España por televisión, la sociedad despertó de su ensoñación desesperada ante la realidad de una economía destruida y la necesidad de reconstruir la nación haciendo pagar por sus crímenes a los responsables del genocidio y de la pretensión desorbitada de una guerra demencial.

El triunfo de Alfonsín pareció confundir a la derecha vernácula, que primero no entendió que lo que había acontecido, dado que el bonaerense venía a inaugurar un proceso donde los militares serían puestos en caja de una buena vez y para siempre y ya no podrían contar con ellos en futuras aventuras golpistas, dado que el telón que se había corrido ante el horror genocida, hacía inviable todo retorno a las andadas por el repudio del que se habían hecho acreedores, tanto ellos como sus mandantes, que sin embargo no fueron enjuiciados por su responsabilidad compartida.

El gobierno radical pronto hizo emerger las contradicciones internas ya que en su seno confluyeron los sectores juveniles que promovieron el triunfo, como el antiperonismo furioso que aún contenía en su interior el partido. El entrismo que hizo la derecha le fue quitando vigor y los economistas ortodoxos fueron copando los cargos que hicieron deambular la economía en las aguas de la ortodoxia que Alfonsín detestaba, pero que tampoco entendía, lo que posibilitó que se alojaran en su derredor personajes que hicieron naufragar su pretensión de continuidad siendo colonizado el radicalismo por el emergente cordobés del antiperonismo más duro de la mano de Angeloz y los suyos.

El advenimiento de Menem y el copamiento del movimiento peronista por la derecha neoliberal acompañada por los mismos que derrocaron a Perón en 1955 a sangre y fuego como el Almirante Rojas, con quien se abrazó el riojano. La entrega de la economía para que la manejara Bunge y Born, no fue suficiente para tranquilizar a la economía que de la mano de Cavallo impuso las demandas de los grupos económicos concentrados que se apropiaron de las empresas estatales, despojando al país del esfuerzo realizado durante muchos años.

Parecía que en esa confusión política el odio había sido derrotado. Al no haber puja por los derechos los trabajadores, con posibilidad de derrota para las patronales, por haber sido traicionados por la dirigencia sindical, Argentina sucumbió ante la paz de los cementerios. El clima era el de una nación resignada ante el espejismo de una sociedad que había derrotado a la hiperinflación gracias a la convertibilidad de Cavallo. El sueño neoliberal de la “sociedad domada" se hizo añicos en 2001 luego del triunfo de la Alianza armada por Clarín de sectores del peronismo progre enojados con Menem, la UCR liderada por su derecha antiperonista de la ciudad de Buenos Aires comandada por Fernando de la Rúa y su recua dirigencial, a la que sumó a la ex montonera Patricia Bullrich conversa a un gorilismo enfermizo

El fracaso aliancista también lo fue de los sectores que liderados por Magnetto, que en su continua escalada por el poder, fundó toda la estrategia de triunfo en una suerte de "neoliberalismo de manos limpias” donde todo seguiría igual y se movería de acuerdo a su impronta mediática.

De repente todo se vino abajo, la derecha no vio venir el colapso y la caída fue calamitosa. Hubo cinco presidentes en una semana y Clarín en su desesperación eligió a Duhalde para que se haga cargo del naufragio y para que lo salvara económicamente con la ley de bienes culturales. El hombre de Banfield hizo los deberes, la ley para Clarín se votó y se estabilizó el barco con Lavagna como timonel, pero no había tierra a la vista.

La lucha de los movimientos sociales se hacía sentir con el ruido de los estómagos vacíos por el hambre y la angustia por la falta de trabajo. Kosteki y Santillán serían el estigma que con su muerte sellarían la suerte del eterno buscador de poltronas del poder. El ex gobernador de Buenos Aires, famoso por haber destruido la educación en ese distrito, buscó un candidato que le respondiera ante el desplante de Reuteman y la escasa intención de voto de De La Sota. Eligió como postulante a quien presentó a los barones del conurbano como "un manejable". Néstor Kirchner era su elegido, pero sería indominable.

El santacruceño perdió con Menem, pero éste no se presentó al ballotage cuando vislumbró que no le daría para ganar. Prefirió condicionar a Kirchner que alcanzaba un 22% y mantenerse expectante para retornar ante un seguro fracaso. La historia dijo otra cosa; su presidencia fue fundante del proyecto nacional y democrático que marcó un nuevo rumbo en la política de nuestra patria.

Allí nuevamente el odio se hizo visible. Las condiciones que quiso imponerle la oligarquía por medio de su vocero en el diario La Nación, Claudio Escribano, fueron el comienzo del nuevo padecimiento argentino al que denominaron eufemísticamente como grieta.

Con Néstor se inauguró un nuevo ciclo, donde se recuperaron derechos arrebatados y con Cristina se crearon nuevos.

Apagados todos los reclamos por sus campos endeudados y a tiro de remate, la gauchocracia comenzó su carrera de peroratas lastimeras para no pagar retenciones, y de la mano del grupo Clarín encontró en la 125 el momento exacto para golpear y inflar de odio las cabezas de miles de argentinos que encontraron otra vez la guía para dirigir todas sus frustraciones personales hacia la persona que estaba empoderando a los más humildes, como lo había hecho Evita en su momento. Para toda esa estirpe,  Cristina era la reencarnación del mal. Con la ayuda de las redes sociales los medios dominantes de comunicación fueron inyectando nuevamente la droga del odio hasta hacer de la intolerancia la forma de ejercer la política del nuevo tiempo en nuestra América, no sólo en la Argentina.

La manía recurrente del imperio de dividir a las sociedades por el odio es una realidad que ha destruido los sueños de la Patria Grande, vejando las democracias con el lawfare, los golpes blandos, y los golpes duros como en la Bolivia originaria.

El cansancio por las mentiras, la corrupción y el saqueo de la alianza Conservadora-UCR-CC hizo que la amalgama electoral construida por Cristina destruyera los sueños de perpetuidad de la asociación ilícita que nos gobernara hasta el 9 de diciembre.

La Pandemia vino a alterar todo lo planificado para reconstruir la economía necesitada de resolver el tema de la deuda contraída por los herederos de la dictadura genocida.

La salud pública hoy es prioridad y todos los esfuerzos se centran en evitar las muertes ocasionadas por una peste incontrolable.

El problema  es que los socios del odio volvieron, y son siempre los mismos.

 

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