Cambia lo superficial, también cambia lo profundo

SOLO SÍ VOS QUERÉS QUE CAMBIE

Cuando se produjo la renuncia de Rodríguez Erneta, pocos imaginaban que Gustavo Barrera  marcaría inmediatamente su territorio e impondría sus  ideas. Sin renegar de su pertenencia partidaria, logró articular su accionar con distintos sectores políticos, sociales e institucionales. Cansados de la vieja metodología política, se han mostrado permeables a recibir un nuevo mensaje.  Se puede gobernar lejos de las corporaciones y cerca de la gente.  Se puede cambiar la palabra corrupción por ética. Se puede pensar que una nueva Villa Gesell se está gestando. Y lo bueno es que por primera vez, desde el comienzo de la democracia, la construcción es colectiva y  como nunca se podría decir que esta es la hora de los buenos. Solo existe un problema. Para que todos estén bien en una sociedad, o al menos casi todos, todos o casi todos deben involucrarse en la construcción del modelo. El rival es fuerte y acecha.  Y es capaz de aprovechar cualquier debilidad.

 

El día después de mañana

El día de mañana -The day after tomorrow en inglés y El día después de mañana en Latinoamérica- es una película dirigida por Roland Emmerich y protagonizada por Jake Gyllenhaal y Dennis Quaid. Estrenada en 2004, avanza, exageradamente, sobre las conclusiones expuestas en la tesis del cambio climático, pero no deja de ser una advertencia.

Las investigaciones del climatólogo Jack Hall (Dennis Quaid) indican que el calentamiento global podría desencadenar un repentino y catastrófico cambio climático de la Tierra, que podría generarse una nueva era de hielo. Mientras Jack advierte a la Casa Blanca del inminente cambio climático, su hijo Sam (Jake Gyllenhaal) y sus amigos se encuentran atrapados en Nueva York, donde han participado en un concurso académico entre institutos.

 

Entonces?

Está claro que todo lo que sucede, es consecuencia de un proceso. Los eventos, inclusive, tienen alguna relación con algo que ya pasó y marcó una tendencia. La tesis de la película es clara y parecería que el resultado es exagerado pero, si el hombre, lobo del hombre, no hace nada por cambiar la situación, podría llegar a ser real.

Cuando se da un proceso político, permanentemente se reciben señales. Buenas, malas, regulares... Se dan fuertes adhesiones, agresiones y algo que es peor que las dos posiciones antagónicas: Actitudes indiferentes. No hay nada peor para un gobierno que la indiferencia de los ciudadanos. Es un estado de pasividad, falta de interés respecto de la política. Se la vive siempre como espectador y se intenta ignorarla. Va acompañada de una baja receptividad a estímulos políticos y un bajo nivel de información política. Es un fenómeno que se da tanto en sociedades democráticas como autoritarias, pese a que en ambas (si bien son distintos) hay mecanismos promotores de la participación política. En su formación puede incidir la escasa visibilidad y difícil acceso del sistema político ("el Estado son ellos") y algunas características de la cultura política (el excesivo individualismo, por ejemplo).

 

La apatía política

La apatía política socialmente difundida aumenta el margen de maniobra, la discrecionalidad, de las clases dirigentes no politizadas, excepto cuando el logro de las metas propuestas exige un alto nivel de movilización social.

La apatía política no es un efecto de causas claramente identificadas y definibles (incluso ni hurgando en el tamiz de lo biológico-social-económico-emocional-intelectual se podría confirmar).
La apatía política es una respuesta específica de un individuo o de un grupo, a un estado situacional escaso o nulo en motivaciones que impacten a ese individuo o grupo en particular. El estado apático puede tener duración diversa, según prevalezca el la situación desabrida o desencantadora y según las reacciones instintivas, racionales, el coraje, la fuerza, la potencia existencial de quien sufre la apatía.
La apatía se manifiesta de muchas formas pero todas tienen en común que el sujeto se evade de la responsabilidad de hacerse cargo de sí mismo, de su situación aquí y ahora.
De hecho la apatía es una cara de la "minoría de edad extendida" (personas supuestamente adultas que no están dispuestas a asumir la responsabilidad individual y colectiva de sus vidas y aún requieren de quién les proteja, y les dicte lo que deben hacer y cómo, cuando y donde hacerlo)
Y sí, los "menores de edad" desean que todos sean como ellos y "respeten y quieran" a las figuras simbólicas que ocupan "estatus" de "papás". Anhelan transmitir sus miedos y sus incapacidades, para seguir siendo niños buenos que serán premiados. Patético, realmente.

 

El espacio de la no política

Ser un menor de edad "viejo" es una tragedia. Lo cierto es que cuando hay apatía política, ganan espacio.... Los apáticos políticos, la no política, la no militancia, el no compromiso social, que le disputa el espacio a la gestión permanente, a la militancia inclusiva y la generación de empleos y oportunidades.

 

La soledad de Gustavo

Gustavo Barrera no debe estar solo. No hay que dejarlo solo. Decía Felipe González que “La soledad del poder consiste en saber que éste es siempre el último teléfono que suena. Y que yo tengo que decidir. No puedo trasladar la decisión a una instancia superior”. Y es una correcta definición. Lo malo en este caso es que Barrera debe atender todos los teléfonos. Desde el primero al último. Y dar respuestas en todos. Algunos cuadros intermedios y aliados circunstanciales, fallaron o  fallan o directamente no trabajan activamente para  consolidar una estructura política, una herramienta electoral que todavía Barrera no tiene. Hoy, esta construcción depende de él, pero ya no solo de él. Deberá conformar un equipo dinámico, que decodifique con claridad el mensaje del Frente para la Victoria y lo baje a la comunidad, que sea militante desde lo ideológico, que debata ideas, que genere consensos. Porque está claro, que estos se generan desde el poder.

 

La Moncloa

Volviendo a España, en 1977 se lograron importantes acuerdos entre todos los sectores conformándose el Pacto de la Moncloa. Era un vasto acuerdo social, económico y político del que todos formaban parte y al que todos aportaban algo. Se generó desde el poder y no fue un gesto de debilidad, si no de fortaleza. En nuestro país, se trató de implementar durante la gestión de Alfonsín. En estos tiempos se está fortificando un espacio interactivo: El Consejo Económico y Social.

Es moderno y creativo, aunque su origen puede rastrearse hasta los gremios medievales, el corporativismo moderno surgió en Europa a fines del siglo XIX y cobró impulso con las dos guerras mundiales, ante la necesidad de consensuar pactos de convivencia entre la burguesía y el proletariado para enfrentar al enemigo común. El sesgo corporativo del nazismo –y, sobre todo, del fascismo italiano– lo convirtió en una categoría vergonzante, muchas veces no reconocida, aunque muy útil en la práctica. De hecho, la representación corporativa se fue afianzando en la Europa continental de posguerra, en un contexto de altísimo crecimiento y consolidación del Estado de bienestar.

 

Suma que suma

En este marco, muchos países europeos desarrollaron mecanismos neocorporativos –según la clásica definición de Philippe Schmitter– para sumar a los sectores económicos y sociales no sólo en la fase de consulta, sino incluso en la formulación e implementación de políticas públicas. El objetivo era triple: atenuar los choques de clase, transparentar los intereses que defiende cada sector (que ya no lo haría desde las oscuras sombras de los lobbies sino de manera institucional y pública) y comprometerlos con las decisiones del Estado, lo que contribuiría a reforzar el consenso social y la legitimidad de la democracia.

 

La construcción de consensos

Hay que seguir construyendo consensos, a pesar de las dificultades. El problema no es nuevo. Barrera y su equipo  tienen que lograr que  sectores que se encuentran o se sienten excluidos y creen, porque no entendieron el mensaje, que les será imposible insertarse de manera permanente en el sistema se transformen en activos participantes del modelo que propone. La negación de los apáticos a creer en la política y de los empresarios locales, en este caso, de creer que inclusión social se contrapone con crecimiento económico, es un problema para Barrera y pueden ser cuestiones que se solucionen con la construcción de consensos básicos en temas fundamentales y con la elaboración de la estrategia comunicacional adecuada.

 

Una herramienta

El Consejo Económico y Social podría ser una herramienta, pero existe el riesgo es que este se convierta en una entidad limitada a las fuerzas organizadas, aquellas que de un modo u otro se mueven dentro de los límites del Estado de bienestar, dejando fuera a todos los sectores sociales, lo que le daría a la buena iniciativa un sesgo elitista que le restaría legitimidad y eficacia y que, al final, podría convertirla en un instrumento decorativo, como tantos que se mostraron en los últimos tiempos.

 

Liderazgo político, condición necesaria

Para lograr objetivos de este tipo hace falta tener liderazgo político.

Este tiene que ver con el arte de saber conducir personas y afrontarlas a su futuro. Esto requiere poner en práctica diversos tipos de competencias. Por un lado, se necesita una habilidad para movilizar personas (el cómo). Por el otro, hay también que saber plantear una estrategia y modificar las estructuras institucionales para lograr resultados positivos (el qué). Finalmente, también es fundamental saber generar un propósito y una misión inspiradores para servir de guía a la acción (el porqué). Los tres elementos, el cómo, el qué y el porqué son igualmente importantes pues contribuyen a generar un impacto similar en términos de eficacia. El cómo afecta a la mejora de las actitudes de la gente, que, a su vez, tiene relación con su acción y movilización. Los qué no tienen ningún efecto sobre las actitudes de la gente, pero afectan directamente a los niveles de éxito en el logro de los objetivos. El porqué da sentido y orientación a nuestras tareas y nos ayuda a comprender la trascendencia de lo que haremos. La detección de oportunidades políticas va ligada sobre todo con los qué, es decir, con la definición y la puesta en práctica de estrategias que aspiren a incidir de manera original en el entorno.

 

Barrera y la gente

A Barrera la gente lo respalda para que profundice su gestión. Para que definitivamente implante el modelo. No para que continúe únicamente navegando de acuerdo a los vientos. Tiene todavía tiempo disponible por delante antes de enfrentar su primer gran desafío electoral.  Y en ese lapso deberá generar nuevos acuerdos, romper mitos, eliminar murallas y comunicar mejor. Son los grandes desafíos que deberá afrontar en los meses que se vienen. Si lo logra, su camino será llano. Y seguramente, el Intendente lo sabe. Todo sigue dependiendo de sus decisiones.

 

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