Una mañana diferente

LANATA, LA RUBIA Y LOS JODIDOS DE SIEMPRE

 

Son tiempos difíciles, sin duda para los ciudadanos pacientes y de firmes esperanzas, porque sobrellevar un lunes de frío en Villa Gesell, con un despertar como el mío, luego de un fin de semana, diríamos… trasnochado,  obliga, y en serio, a ser bien educado y mejor aprendido, con una paciencia digna de Monje Saholín o de ciudadano de Buenos Aires que espera alguna obra o al menos un síntoma que la gestión de Macri está por comenzar.  En síntesis, como un Kung Fu de estos tiempos, me dispuse a vivir el día después que… Paso a contarles.

Ocho de la mañana. Suena el teléfono. No le doy bola, El ring ring continúa sin complejos. Qué hacer, sin connotación leninista alguna en la pregunta de marras, más bien referencia a la duda sobre si atender o no, o apostar por el contestador para que diga la consabida boludez de “En este momento no puedo atenderte…” y lo que sigue. Pero como uno trata de ser cordial, manoteé el tubo pasando por encima de una rubia que estaba en mí cama y con voz aguardentosa logre decir: Hola, ¿quién habla?

Del otro lado, alguien, al que en los primeros segundos no pude reconocer me dijo: ¿Viste al hijo de puta de Lanata anoche? ¡Simpre tirando mierda! ¡Le falta que salga con la careta de Massa! ¡Él, esos, Tinelli y aquellos son la oposición!

Atiné a decir “No vi nada” y callé,  cuando en realidad debería haber preguntado quién era Lanata, ya que solo tenía una nebulosa en el cerebro. Pero, con la experiencia de un avezado manejador de silencios, sabía que de inmediato vendrían las explicaciones. Vinieron mientras me despertaba y de paso reconocía a quien había dormido conmigo. ¡Mirá vos! Me dije… ¿Cómo lo habré hecho? No diré quién me llamó puesto que es una persona muy conocida, y con indudable prestigio, lo que me hizo preguntar por qué me llamaba a mí. Y tampoco mencionaré a mi compañera, pues es también conocida y respetable.

Entonces, ya interesado en el tema, me levanté, encendí la PC, la cafetera y me dispuse a buscar en Internet que fue realmente lo que el vendedor ambulante y cómico de la legua, Jorge Lanata, había lanzado (debería decir vomitado) en el Canal de Magnetto. Me sirvo un café y sigo…

Decía que vivimos tiempos difíciles. Los periodistas que estuvieron con uno de los campeones entre sus pares de esbirros de la palabra al servicio de Héctor Magnetto, el cómico Lanata, (que quiere parecerse al inimitable Tato Bores),  fueron vertidos en una coctelera sin fondo. Allí, como en TN, estaban todos los recalcitrantes opositores que dicen vulgaridades y barbaridades sin límite y se quejan de la falta de libertad de prensa,  para construir una semántica descalificadora de la presidenta Cristina Fernández y de los dirigentes y militantes que se suman a su proyecto de país. Parecían pelotudos, aunque no lo son, exponiendo con caras de boludos y boludas cuestiones cercanas a lo delictual, según ellos que nunca se confirmarán y jamás serán desmentidas.  

En el periodismo se cumplen, habitualmente determinadas reglas que los tipos que laburan con Lanata y el propio conductor son incapaces de cumplir ya que se basan en la ética periodística y en la independencia real y no en la pseuda independencia proclamada hasta el hartazgo por los más virulentos opositores que yo recuerde. No lo eran en la dictadura, tampoco en el “Menemato”, ni en la Alianza, ni en el interinato de Duhalde. Mucho menos ahora en el tiempo de  Macri, el “prosesau”.  Solo atacan a modelo nacional y popular, ya que les ha venido derribando sus bastiones. Les duele la Ley de Medios, tienen un dedo justo ahí con Papel Prensa, perdieron las AFJP, les jode el Matrimonio Igualitario, la Ley de Igualdad de Género, la Asignación Universal, el Plan Conectar Igualdad, el Fútbol para Todos, el Automovilismo para Todos… Les molesta que el País siga creciendo y les jode, profundamente  que Cristina siga teniendo un altísimo grado de aceptación y que no la liman los feroces operativos de prensa dedicados a destituirla.

El Grupo Clarín y sus alcahuetes no pueden con su genio, ni sus socios tampoco. Lo muestra en Canal 13  el artista de varieté Jorge Lanata, pero vale la pena resaltarlo porque se trata de una conducta sistemática del oligopolio mediático. Como siempre apuntan toda su estrategia titulera (¿existe esa palabra?) y manipuladora (esa sí existe y los de Magnetto la conocen muy bien) con la intención de machacar en que, entre otras cosas, en Argentina no hay libertad de prensa. Y sin embargo dicen barbaridades, faltándole, inclusive el respeto a la investidura presidencial.

¿En qué quedamos? Quizás necesiten enchufar una vez más la coctelera de los esbirros de la palabra; total de esos hay muchos y dispuestos a hacer bien los deberes, sin importarles un bledo que sus maestros y tutores pasaron de ser cómplices de una dictadura genocida a directores técnicos de cualquier operación político-mediática que atente contra las instituciones avaladas por un principio tan simple como lo es el de la soberanía popular.

Vamos cerrando: Tenía razón quien me despertó. Magnetto, Lanata y los grandes pequeños forros del periodismo son tipos muy jodidos: “de mierda” me dijo mí amigo..

Otra: Se conoció el rating de Lanata del último domingo. Poco más de 13 puntos. No es malo. Pero, cuando empezó tenía alrededor de 25/26.   Lo bueno es que la caída no se detendrá.

Final final: La rubia se despertó, y me llamó.  Con una voz muy sensual me dijo mientras levantaba la frazada en una clara invitación, que la noche había sido sensacional. ¡Menos mal! - me dije-.  Bueno, veremos cómo anda la mañana. La semana que viene, les cuento. El nombre, jamás lo sabrán. Un caballero, en estos casos, tiene una pésima memoria.

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