El periodismo mercenario y su destino

UNA PATADA EN EL CULO

Hubo algunos colegas que se enojaron hace años por los dichos de Martín García, en esos tiempos director de la Agencia Telam, cuando afirmó que “Los periodistas profesionales son como prostitutas, van con quienes les pagan”. En realidad no son prostitutas, sería más adecuado comparar a los periodistas profesionales como “Esposas por conveniencia”, dado que no cobran por cada servicio, sino que buscan una vida confortable por compartir, con mayor o menor disgusto, todas las noches la misma cama.

El “periodista profesional” se vincula con su medio mediante un “contrato”, esta vinculación contractual representa la quintaesencia de la ideología liberal: la organización social basada en el “Contrato Social”, idea tan acendrada que parece una verdad revelada, y por ende la única manera de organización social posible: la organización a través del trabajo a cambio de contraprestaciones monetarias.

O sea, que esta designación de profesional consiste en una relación entre patrón y empleado, donde el patrón paga y el empleado obedece. Y el precio que debe pagar por no obedecer consiste en perder el trabajo, y el premio por utilizar su talento para defender más eficazmente estos intereses, es obtener un ascenso. Y a veces, cuando estos empleados se convierten en “periodistas estrellas”, ganan enormes sueldos, en muchos casos cincuenta veces más grandes que lo que cobran los periodistas del montón. En Villa Gesell solo hay un par de medios que pueden pagar sueldos. El resto de los periodistas gestiona sus ingresos de distintas maneras. La más fácil es bajándose los lienzos y sin ningún disimulo... Eso, justamente eso...

Sus verdaderos patrones son los políticos de la oposición o sectores del poder económico que juegan a dos puntas, sin tener en cuenta la ideología. A nivel nacional, casi todas las grandes empresas periodísticas son extranjeras o tienen un socio principal no nacional. Esto es así porque los patrones de las empresas periodísticas obtienen sus ingresos de los avisos que colocan las empresas comerciales, no viven de los pequeños clasificados, sino de los ricos que pueden pagar más de medio millón de pesos por avisos medianamente importantes  en La Nación o Clarín.

Resumiendo: los intereses de los dueños de los medios son los mismos que los de las empresas que los financian. Y el éxito de los “periodistas profesionales” tiene, como condición, no afectar a estos intereses. Ojo, en Gesell pasa lo mismo. Es exactamente la réplica en diminutivo.

Así que su independencia requiere una definición más larga: Son “periodistas independientes en la medida que no digan nada que afecte los intereses de las de los políticos que defienden o de los poderosos que tienen dinero puesto en los medios”. La verdad es que se trata de una independencia muy rara.

Estos muchachos de la “independencia dependiente”, para no disimular que son los escribas o lenguaraces de la oposición o de los poderes económicos, atacan con o sin razón al Gobierno, sobre todo si éste tiene la pésima idea de defender intereses nacionales y populares. Y en esto reciben instrucciones precisas: atacar o ignorar, dependiendo de lo que quieran obtener del Gobierno la oposición cuasi vecinalista y economicista, nucleada alrededor de Salas y los poderes económicos que quieren hacer negocios con el gobierno. Eso es periodismo mercenario.

El “Periodismo Militante” al que se refirió Martín García, pertenece al hacer de aquellos cuya primera prioridad es la defensa de la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación. Y de nada de esto pueden vanagloriarse los descendientes de Bartolomé Mitre, impulsor entre otras cosas, de la Guerra de la Triple Alianza, que sacrificó miles de vidas paraguayas, argentinas y brasileñas para servir a los intereses comerciales de las potencias que habían sido detenidas en La Vuelta de Obligado y el Punta Quebracho por las armas argentinas.

No es casual que los descendientes de aquel José Alfredo Martínez de Hoz al que los invasores ingleses le confiaran el control de nuestra Aduana, cuando la invasión todavía estaba en el poder, sea una de las voces escuchadas con delectación por estos “medios independientes”. Independientes de la Argentina, pero muy dependientes de la plutocracia internacional.

Pero ojo, la Plutocracia también quiere ser gobierno en Gesell. Para lograrlo tienen medios periodísticos y medios económicos y carecen de escrúpulos.

Y se creen que todos somos boludos.

Y eso se está acabando, no sólo aquí, sino en el mundo entero. Muchachos, lean lo que está sucediendo en Estados Unidos y en Europa, hasta sus propios diarios lo publican. No hagan más papelones por una moneda. O por muchas. Porque tendrán dinero, quizás, pero perderán oyentes y lectores. Y cuando esto suceda, sus patrones les van a pegar una patada en el culo.

 
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