La columna de Jorge Rachid

NO HAY GESTIÓN SIN IDEOLOGÍA

NI IDEOLOGÍA SIN GESTIÓN

 

Siempre las discusiones políticas transcurren, fuera del gobierno en un terreno abstracto, donde el choque de las fuerzas de intereses de la política, no se expresa con la intensidad con que lo hace, en el ejercicio diario de la función pública.

Lo mismo sucede en los debates del “deber ser” de la política, cuando politólogos y analistas, recorren andariveles que los llevan a plantear terrenos hipotéticos de caminos a transitar por quienes gobiernan, sin evaluar tanto las condiciones internacionales, como la relación de fuerzas locales, que permiten o no tomar determinadas decisiones.

En el mejor de los casos cuando se plantea un programa de gobierno, en una fuerza nacional y popular, cuya voluntad es cumplirlo, a diferencia de los modelos marketineros del neoliberalismo, que les dice a los compatriotas lo que quieren escuchar, para después realizar los contrario, en el caso del Movimiento Nacional, ese programa es de diseño estratégico. Esto significa que se desarrolla en el tiempo, con planificación y las complejidades, que permitan ir superando las telarañas, que el poder establecido, ha estructurado sobre el Estado, para impedir cualquier modificación.

Es ese juego de tensiones en donde se desarrolla la lucha política entre un gobierno electo, y una estructura de poder omnímodo que pretende que todo siga igual. Ese Estado ha sido armado al servicio del coloniaje y no de los intereses del pueblo. Desarmarlo es parte de la función política de un gobierno que tiene que dar respuestas estratégicas, que son impedidas por las estructuras institucionales a las cuales ha accedido. De ahí vienen las confrontaciones que se expresan a diario, en una visión binaria de la política, que no es más que una guerra de posiciones, de prevalencias, de poder en donde entran en juego, diferentes componentes de la ecuación tiempo – espacio, que es la que rige la toma de decisiones.

Entonces quienes asumen la gestión deben saber que las responsabilidades que surgen de la misma, no se agotan, ni mucho menos en administrar lo encontrado, sino en desmontar un sistema de espaldas al pueblo, por aquel que sirva a los intereses populares. La sola administración de lo que hay vigente, sólo fortalece las estructuras del coloniaje y al dependencia. De allí que tener una concepción estratégica clara de los objetivos a conseguir, es el sistema de decisiones que hace que la resolución táctica, tenga objetivos estratégicos.

Entonces viene la otra pregunta: para que dar respuestas coyunturales si el Estado está al servicio de intereses coloniales? La respuesta cae por si misma: es porque las necesidades del pueblo no deben estar atadas al tiempo de la política, sino a la resolución de sus conflictos diarios, por lo cual cada acción del Estado en favor de necesidades concretas del pueblo, siempre se encaminan en la dirección adecuada de los objetivos estratégicos, de lograr una sociedad más justa, más libre y más soberana.

Claro que el camino no es fácil en la toma de decisiones diarias, lo fácil es exigir determinaciones que hoy la relación de fuerzas no tiene o que la alianza electoral que nos llevó al gobierno, todavía no acepta plenamente. Es ahí donde irrumpe la militancia, desarrollando organización y conciencia en el territorio, en los centros de poder, en los medios de comunicación, con la idea de constituir Comunidad Organizada, como herramienta de poder popular, que le permita al ejecutivo del movimiento nacional, desarrollar musculatura suficiente, para enfrentar los instrumentos que poseen los factores de poder, que diariamente pretenden herir y horadar al gobierno en maniobras de caos destituyente.

Quienes sólo plantean las banderas estratégicas, independientemente de la situación política del gobierno, desconociendo la relación de fuerzas nacional e internacional del mismo, pueden caer en el error de fortalecer, justamente aquello que dicen combatir, cayendo en las redes de la agenda del enemigo, lo cual hace perder la iniciativa al gobierno y lo debilita.

No olvidemos que el enemigo opera siempre, es el poder constituido económico, financiero, mediático y judicial, que embiste a los fines que nada se modifique y les permita seguir operando sus espacios de poder.

El gobierno como nos enseñó Perón, va desgranando el choclo uno por uno, pelando la gallina hasta dejarla desnuda, sin que grite en cada arranque, en una estrategia que quizás no sea todo lo revolucionaria que pretendemos, pero que se encamina a deteriorar el poder acumulado por el enemigo, lo cual puede ser la base a futuro de un proceso de Liberación Nacional en el marco de Patria Grande.

Por último entonces, la gestión de cada uno de los compañeros, es estratégica, si sirve para desmontar el Estado al servicio de coloniaje y transformarlo en un Estado al servicio del pueblo, mientras damos respuestas diarias, comprometidas y solucionando conflictos puntuales, al mismo tiempo. Es entonces cuando la gestión compone a la ideología en el marco superior de la política y hace al pueblo sujeto de la historia, desde la Comunidad Organizada, como herramienta indispensable para un gobierno nacional, popular, latinoamericano y liberador del coloniaje, como soñamos, desde nuestras utopías movilizadoras.

 
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