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Historias en 140 caracteres

 

Antes uno comuncito

Profesión

Sentado a la orilla del camino, el Guardacuentos lanza contra el texto un paréntesis como bumerán, lo mira talar el bosque de párrafos, tajar en dos a las oraciones compuestas, acortar períodos y sangrías. Después, con una ‘E’ mayúscula, serrucha oraciones subordinadas; armado con una ‘T’ convierte a martillazos puntos en desparramadas comas y asteriscos. El texto se marchita, pierde como hojas de otoño sus palabras muertas. Ya nadie lo lee.

Realidad

Ella escuchaba sin mirar, yo miraba sin tocarla, ella me tocaba sin sentir, yo la sentía sin desear; porque su amor era una mentira.

Lealtad

Llámame desde tu lealtad de sexo; no hay nada más verdadero.

 

Maravillas

Hay más cosas que los hombres pueden hacer con las mujeres… dejar que impregnen sus labios y sus cuerpos con su magnífica esencia.

Identidad

Escribió poemas, relatos, metafísica, filosofía...pero al final era, simple y llanamente, un hombre este Jorge Luis Borges.

Pirámide

Destrabajando el trabajo trabajado llegué al fin a la cumbre de lo No REALIZADO. Mi tarea acababa de empezar.

Incomprendido

Mi pareja no me comprende. Cree que la quiero.

Variación

El Príncipe, hurgando entre el vello púbico pellizcó el clítoris de Blancanieves. Ella despertó, buscó su bragueta y echó a los enanos.

Triunfo

Cegó a todos con sus discursos, convirtió el vino en agua y multiplicó los panes por cero; fue presidente hasta el fin de sus días.

Celestial

Me ordenó mi confesor ponerme al servicio de Dios. Ahora convierto mujeres puras en pecadoras que redimir.

Vocación

Por la mañana escribía ensayos. Poesías, al mediodía. A la  tarde corregía su novela. En las noches no dormía, era guardián de sueños

Naturaleza

Me dijeron que no me hiciera castillos en el aire. Pensé que sería mejor hacerlos en la playa. Jamás pensé que las olas se los llevarían.

Aprendizaje

Habían vivido un amor tan grande que, tras la ruptura, ambos corazones debieron aprender a latir por separado.

Final

Le escribió tantos poemas cuentos y canciones que una noche, al buscar su cuerpo tibio, encontró solo una hoja de papel entre las sábanas.

 

Secreto

Se reía de los que le decían estás sola Y gozaba hasta desmayar con sus cinco amantes: Pulgar, Índice, Mayor, Anular y Meñique.

 

Decisión

Caminando no vas a llegar a ninguna parte, le dijeron un día. Después de meditarlo tomó una decisión. La oruga se convirtió en mariposa.

 

Distracción

Distraído andaba el cristiano que al llegar al paraíso, seguía hablando de la “otra vida”.

Los tradicionales

CORTITOS Y AL PIE

Imagen

...la única imagen  que me viene a la mente es la que siento cuando mi piel, alguna parte de mi piel, hacía contacto con la suavidad aterciopelada de la tuya. Piel morena que tiene la sutileza y sabor de un día soleado en la Playa de los Milagros, sabe a mar, color de arena... y huele a yodo marino, flotando sobre las distintas variedades de árboles que están en el bosque del viejo Gesell. En esas imágenes, trepando llego hasta vos.  Mordiendo flores, desgarrando pétalos, para encontrarme inmerso en una pasión sin agua, ni viento... solo la constante respiración junto a mi oído y la fricción de mi piel y la tuya.

Invasión

Una vez por año, en cualquier día de junio, las arañas de la ceguera invaden Villa Gesell. Entonces no tenemos ganas de vernos y ensayamos nuestras mejores peores caras. Y no es aracnofobia, ni alergia a la telaraña o a la ponzoña; es el odio el que se nos mete en las pupilas como un eclipse a mediodía; odio a nada y a todo, como darle rodillazos a una bolsa llena de clavos y agujas. Las arañas, desde luego, no tienen la culpa de nuestro carácter y siguen agitando sus patitas. Cubren la ciudad con capullos y tienden líneas plateadas entre edificios. Esto nadie lo ve, porque el efecto cegador es inmediato en cuanto aparece la primera. Lo sabemos porque en los folletos de Villa Gesell hay fotografías que han sacado los de Google Earth. En fin, cuando la plaga está controlada, recuperamos la vista. Entran en acción las cuadrillas de limpieza. Les lleva una semana completa la tarea. Lo que más levantan son perfectas momias de gaviotas en apretados ovillos de telaraña.

En junio no contamos con turistas porque a ningún geselino se le ha ocurrido como convertir en espectáculo a las arañas de la ceguera. Germán Delgado, el filósofo de cabecera de Los Girasoles dice que quizás sería posible con trajes de buzo o con globos aerostáticos. Al parecer Walter Fonte y los de Turismo lo están pensando.

 

Confesión

Soy un perro. De verdad: ¡soy un perro! Por alguna extraña razón he alcanzado la edad de ciento  cuarenta y dos años, no sé de ningún otro caso similar, ¡y vaya que he buscado! No voy a mentirles contándoles que he alcanzado mi nivel cultural leyendo, aunque sé hacerlo y lo hago con cierta regularidad; casi todo lo he aprendido observando a los humanos y, como les resultará evidente, puedo utilizar la computadora con cierta destreza.

Sería estúpido quejarme, estoy mejor que ningún otro perro lo ha estado en la historia del mundo y siempre me las ingenio para tener los mejores amos...sólo que, ¿saben? De un tiempo para acá, han comenzado a gustarme las mujeres.

Bueno, la verdad es que hay algo en lo que les he mentido: No soy un perro, en realidad soy un lobo, pero hace más de ciento treinta años que finjo que soy un perro.

 

Transgresiones

Todos necesitamos una transgresión. Cruzar los límites, adormecer la conciencia, penetrar en un mundo amoral para recuperar el goce primigenio de la irresponsabilidad. Yo quería disfrutar ese momento, tentándome a mí mismo, preguntándome si sería capaz de ejercer ese acto de crueldad total con quien había compartido mi infancia conmigo. Destruirlo me haría sentirme, de algún modo vergonzoso y terrible, capaz de cualquier cosa. Pero no pude, mis manos perdieron su tensión, se relajaron mis nudillos y el gesto brutal se convirtió otra vez en el gesto infantil, de nuevo el abrazo con mi osito, al que nunca jamás podré romper.

 

Fórmula

Los científicos observaron los resultados que había proporcionado la computadora. Repasaron los cálculos y, tras asegurarse que todo estaba bien, volvieron los ojos a la fórmula obtenida. Se miraron en silencio, hasta que uno se atrevió a hablar.

- Así que éste es el secreto de la mente humana; la fórmula que encierra todos los misterios del cerebro del hombre: su comportamiento, sus dichas, sus pesares...

No pudo acabar la frase. Avergonzado, empezó a llorar, apartando la vista de los otros.

- ¿Qué te ocurre? - le preguntaron

Él miró a sus compañeros y a la fórmula:

- No lo sé – dijo sollozando.

 

Freud

Tomó el puro delicadamente. Lo olfateó, se lo llevó a la boca; lo mordisqueó. Con la izquierda lo sostuvo; con la derecha accionó el encendedor y lo prendió. Aspiró haciendo pequeñas pausas al mismo tiempo que chupeteaba los labios degustando el buqué del habano Miró a la docta concurrencia que incrédula seguía sus movimientos y dijo: Colegas les recuerdo que también se fuma por placer y no tan sólo por deseos insatisfechos.

  

Señal

La capilla Inmaculada Concepción  estaba llena, medio pueblo asistía a la ceremonia. La novia avanzaba del brazo de su padre al compás de la marcha de Mendelssohn. Por fin, se hizo el silencio. La lluvia sobre el tejado, los truenos y el silbido del viento, se oían como nuevo fondo musical.

El público estaba emocionado, la voz del padre Miguel sonaba solemne: "si alguien tiene algún impedimento que lo diga ahora o calle para siempre". En ese momento, un rayo cayó sobre el altar.

 

Difícil

Todas las noches la veía quitarse cada una de sus prendas. Así, desnuda, se tendía sobre la cama y entreabría las piernas, como invitándolo. Ansioso, él se acostaba a su lado, también desnudo. Pero no podía hacerle nada, ni siquiera tocarla con la yema de los dedos. Ni siquiera susurrarle al oído palabras seductoras. La vida de los fantasmas es dura.

 

Marea

Ven -me dijo - Obedecí hipnotizado.
Me tomó por la cintura y yo encajé mi sexo contra su deseo.
Siente -me susurró - Y cerré los ojos para no cegarme de locura.
Pero ya era tarde, la marea estaba subiendo salvaje convirtiendo el mundo en piel y el tiempo en ritmo de gemidos.

 

Marino

Su pareja, apenada, dice de pronto:
—Olvidé el borrador del libro en la terraza.
Contrariado, le responde — ¡Estúpida, ha estado lloviendo toda la noche!
El agua había desembocado en el prólogo, algunos capítulos empezaron a nadar tratando de salvarse, pero el índice se perdió en un mar de dudas.

 

Robo

Mis recuerdos desaparecieron como si nunca hubiesen existido, dejando un vacío interior irreparable.
—¿Por qué? —pregunté hace tiempo, cuando intenté aferrarme a ellos.
—¿Por qué no? —me contestó el olvido.
Silencioso e impávido me los fue robando uno a uno.

 

Sueños

Cansado frente al monitor y con todas las musas de espalda, decidió apagarla PC e irse a dormir. Ya en la cama, se dio media vuelta, hizo un clik en el archivo de pensamientos y navegó con su amante virtual.

Oscuridad

Ellos deseaban la noche perpetua. En un ataque masivo asesinaron a los gallos del mundo entero. El sol no salió más y los vampiros dieron rienda suelta a su gula en los cuellos de la humanidad.

Intelectual

Yo estaba intentando el enésimo “salto del tigre” desde el armario cuando entró su marido y nos sorprendió en la habitación. Definitivamente, el salto del tigre no deja de ser una leyenda urbana, porque tengo comprobado en mil alcobas que resulta de todo punto imposible efectuarlo con un mínimo de precisión y seriedad. “Cacho Botella” que así se le decían al cónyuge de mi última conquista, fijó sus ojos -coronados por una sola y selvática ceja- en mí. Era como si su esposa no existiera, como si se hubiese volatilizado de aquella habitación y para él yo fuese el único ente vivo sobre la Tierra. Luego hizo crujir sus dedos (los tres de una mano, los cinco de la otra…) y dirigió sus mastodónticos pasos hacia mí, que en esos momentos trataba de ajustarme la zunga de leopardo para dar un cierto toque de plasticidad a la hecatombe que se avecinaba: un intelectual debe cuidar la estética incluso en las situaciones más comprometidas.
Lo último que recuerdo es que estornudé, tal vez el único acto no premeditado para darle a la escena un mínimo de naturalidad.

Realidad

El autor se vio en un espejo. Desesperado, corrió a buscar otro espejo y observó lo mismo. No era alto, ni pintón, ni un gran hombre, ni atractivo para las mujeres, ni sabio, ni extraordinario... Ése sólo era el personaje de su libro.

Artista

Llevaba varios minutos observando el blanco mármol desde diversos ángulos; lo palpaba, lo medía y dibujaba formas en el aire. De pronto se detuvo, y en su rostro se dibujó una sonrisa triunfal como si hubiera encontrado las formas ocultas en el inerte lienzo. Tomó el martillo y el cincel y con decidido ímpetu desbasto la piedra con habilidosa precisión. La cañería fue reparada y la pared no sufrió daños innecesarios. Sin dudas, Miguel Ángel Minervino, es un excelente plomero.

Remedio

La vio partir y sintió que su vida se iba con ella.
La vio regresar y sus ojos brillaron como la primera vez.
Ese era su destino: Mirarla de lejos y nada más.
Quiso romper con su destino para siempre y no tuvo más remedio que cegarse. Cegarse para olvidarla.

Devolución

La política de sus empleadores le permitía quedarse con los artículos cuyas fallas impedían su comercialización. Tras años de empleo, descartes imperfectos de todos los tamaños y apariencias estaban en todos los rincones de su departamento de soltera.
Para su desgracia, fuera  porque salió más grueso de lo normal, un su superficie era más ápera o una consistencia inadecuada, ella jamás obtuvo placer alguno de su colección.
Todo cambió cuando conoció a Germán Delgado.
Al día siguiente, junto a la carta de renuncia le devolvió a la empresa una caja llena de antiguos consoladores.

Camellos

Nadie, por supuesto, le preguntó al camello si le interesaba, o no, pasar por el ojo de una aguja, pero la pobre bestia quedó marcada como símbolo de la imposibilidad que constituyen las riquezas para acceder al Cielo.

Cierto día que paseaba por el Sahara, me dijo: "¿sabes?, en realidad no es que me moleste, su cielo y su infierno son cosa de ustedes, pero no tendrían por qué meternos a nosotros". Y me relató cómo hasta el año 50 de la Hégira en que se convirtió al Islam, muchos hombres habían intentado hacerlo pasar por tal agujero, fallando siempre, pero dejándolo muy lastimado. El dromedario —decía— era mejor, porque pasando la joroba ya iba todo de bajada, mientras él debía forzarse dos veces, por cada una de esas protuberancias en el lomo que tan cómodo asiento forman.
Ya llegábamos a Trípoli cuando este viejo amigo me reveló el fondo de la cuestión: Jesús podría haber dicho simplemente "Nunca irá un rico al Cielo que no haya pasado por el ojo de una aguja". Y en verdad os digo que lo merecería.

        

Días

Al despertar, los brazos y las piernas habían intercambiado sus posiciones, la cabeza estaba colocada ligeramente movida de su ubicación natural (Aclaremos: entre la yugular y el hombro izquierdo) y reptar se había convertido en el único modo práctico de desplazarme, de avanzar por la habitación. Sobre la mesita de luz, desolador, apabullante, un novelón de kilo y medio, probablemente escrito por algún poeta checoslovaco, de esos que no tienen nada interesante que hacer a partir de la hora del desayuno. Junto al libraco, una botella de whisky Blenders y media docena de colillas retorcidas sobre el cenicero. A mi lado, una rubia teñida de rubio, inmensa y sudorosa, me miraba con el ojo que no tenía parche mientras gritaba “¡What is this, what is this!,,,”.
Definitivamente, hay días en los que lo mejor es no acostarse o no haberse levantado jamás.

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